26. Peligro, mente en obras (Montesinadas)
La terapia le había proporcionado herramientas eficaces para entrar en su mente a voluntad con sólo cerrar los ojos. Al principio a tientas, como si palpara con la yema de los dedos las paredes de su memoria. Muy despacio recorría espacios y momentos felices que le daban la seguridad necesaria para continuar explorándose, pero aquel día fue diferente, se aventuró por recónditos lugares donde ni siquiera la psicóloga se había atrevido a hurgar. Era demasiado pronto para transitar ese tramo del camino. Si lo hizo intencionadamente o fue por efecto de los sedantes y las drogas no es relevante. Lo cierto es que, agarrada a la cola de alguna neurona perdida tomó un desvío y regresó a un escenario que hasta ahora su cerebro había rechazado: aquel atardecer, la calle solitaria por la que salió a correr, el destartalado coche que para a su lado, aquellos hombres encima de ella, su olor pegajoso, una mano que le tapa la boca, otra mano que le rompe las mallas, las bragas y la oscuridad plena. Al fondo, el parque, y en el parque un árbol y del árbol la soga que cuelga de la última vez que lo intentó.
Una esperiencia tan brutal y traumática como la de tu protagonista ha de dejar secuelas. Ha tomado el camino correcto, el de ponerse en manos de un profesional de la mente, pero el cerebro nos puede conducir, en cualquier momento, por oscuros vericuetos.
No sabemos como terminará, más fuerte, o vencida por la vergüenza y la brutalidad ajena. Solo esperamos que lo supere y que su mente concluya para bien esas obras de reconstrucción.
Un abrazo y suerte, Manuel
Experiencia, (no «esperiencia»). Vaya racha errática llevo. Debe de ser el calor. Otro abrazo
Tela, telita, Manuel. Esta vez nos brindas un cuento de terror de esos que hiela la sangre. Y lo peor es que no siempre es ficción, desgraciadamente. Hay que cortar esa soga como sea…O no habremos aprendido nada. Un abrazo, guapo.
Ufff, Montesinos, como no te esperas que la historia continue de esa forma, el impacto es total. Qué bien lo has contado y qué bien representado el tema que nos atañe.
Felicidades, a mí me ha gustado mucho.
Un abrazo.
Está visto que para adentrarse en uno mismo hace falta una buena linterna y un arnés adecuado. Estupendo relato que nos conduce magistralmente hacia ese final tan tremendo. Un abrazo y suerte Manuel.
Oye, Montesinos, ¿alguna vez, en otra vida fuiste mujer? y en ese caso, ¿fuiste violada?…Yo hubiera jurado que sí.
«Peligro, mente en obras»…no podías haber encontrado un título mejor.
Nos leemos
Hola Montesinos, tremendo relato, muy bien narrado jugando con el paisaje cerebral para describir el horror del trauma. Enhorabuena.
Brutal su doble lectura, Manuel. Poco que añadir al resto de comentarios, me uno a todos ellos. Un título peculiar, a la vez que acertado.
Abrazo
Un relato brutal, desde todo punto de vista y desde toda lectura, máxime desde la lectura de quienes nunca quisiéramos ni deberíamos pasar por algo así, que de tan terrible ni queremos nombrarlo, mucho menos pensarlo… La mente es sabia: sabe qué cosas rememorar y qué cosas dejar tapiadas, y sólo bastó una neurona perdida que se internara en lo que debería haber quedado enterrado…
Me uno a las preguntas que te hace Isabel Cristina y concuerdo con ella: mejor título no puede tener el micro, por demás impactante.
Nos seguimos leyendo, Manuel.
Mariángeles😇😇
Hola Manuel: me gusta mucho cómo lo cuentas, es muy original y real. Los caminos de la mente, sus vericuetos…, lo que nos gusta recordar, lo que escondemos porque nos hace daño y lo que nunca se borra por mucho que lo intentemos. Un suceso tan traumático queda ahí, marcado para siempre. Y no todos lo resuelven bien.
Te felicito por tu relato
Saludos
Hola, Manuel. Me encanta tu relato, que inicias con una forma descriptiva que bien podría ser el abordaje de un psicólogo con cierta distancia del tema, y nos vas llevando por los apasionantes caminos de una mente y te seguimos sin sospechar el mazazo que nos espera con ese final terrible,
Lo dicho, un gran relato. Enhorabuena.
Un cálido saludo.
Hola, Montesinos.
Hay relatos que te dejan con un poso de desasosiego tremendo, este es uno de ellos. A través de la narrativa, muy bien conducida, consigues situar al lector en la tremenda y traumática situación vivida por la protagonista.
Un saludo.
En muchos casos las obras que necesita una mente son más de rehabilitación que de reforma. Un solo intento de suicidio dice ya mucho del sufrimiento interior de quien lo realiza. Es fácil empatizar con un personaje como el de tu relato, más si nos llevas con él de la mano hasta el rincón más profundo y dolorido de su mente. Enhorabuena y mucha suerte con él. Un abrazo, Manuel.
Hola Manuel, brutal. Me uno a todos los comentarios. Suerte!