67. Tommy
Quiero agradeceros por haber colocado la urna con mis cenizas en el estante más alto de la casa. Siempre me han gustado las alturas. Desde aquí os observo. Carmen, a menudo, eleva la vista y se emociona. Tú no miras nunca, como no fuiste capaz de mirar cuando me practicaron la eutanasia. Estuviste allí mientras me pasaban el suero con sedante, pero huiste antes de que comenzaran con la droga, dejando sola a Carmen que permaneció a mi lado hasta que la doctora retiró el estetoscopio y le dijo que mi corazón ya no latía.
Tú y yo siempre fuimos muy unidos. Yo te elegí como mi preferido y nunca ignoré cuánto me querías, y hoy, que puedo leer tu mente, sé que tienes deseos de vocear como solías: “Tommy-Tommy-Tommy”, pero no te atreves porque Carmen estallaría en llanto. Sé que muchas veces tienes la sensación de que voy a aparecer de cualquier lugar, como lo hacía y también que te arrepientes de no haberme estrechado más entre tus brazos, a pesar de que lo hacías muy seguido, provocando mis más sonoros ronroneos. Sólo me gustaría que supierais que mientras continúe tan vivo en vuestras vidas, no moriré del todo.
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Quienes perduran en la memoria de otros no desaparecerán para siempre, al menos mientras esas segundas personas permanezcan en este mundo. Tu protagonista, que también hace las veces de narrador, describe esta situación, nos sirve de consuelo, vemos que después de esta vida puede haber otra, que puede elegirse seguir cerca de quienes aún continúan en el otro lado, que desde esa perspectiva se tiene una visión distinta y más amplia, que el cariño se mantiene entre personas más allá de la muerte, como también entre las personas y sus mascotas.
Una propuesta muy original, como el simpático nombre de este minino.
Un abrazo y suerte, Jorge
Gracias por tu, como siempre, muy acertado comentario. Suele suceder que después de perder a alguien con quien tienes una relación muy fuerte, te niegues a aceptar los hechos y mantengas la ilusión de que quien partió de alguna manera permanece, y es como tu bien dices: es el cariño que sigue vivo.
Un abrazo, Ángel.
Jorge, toda una sorpresa final. Recientemente he pasado por la misma experiencia. Me gusta que lo hayas construido desde el punto de vista del animal fallecido. Es conmovedor.
Suerte.
Hola, Rosa. Lamento que también tú hayas pasado por esta dolorosa experiencia. Puede parecer extraño para quienes no tienen mascotas, pero después de una larga convivencia llegas a conocer más a fondo a un gato con su fuerte y compleja personalidad de lo que puedes llegar a conocer a un ser humano.
Gracias por comentar.
Un abrazo.
Hola, Jorge.
Me gusta la idea que trasmites en es este relato. El alma no tiene forma física, da igual que Tommi fuese una persona o un animal, lo que importa realmente es que amó y fue amado, tanto que parece que sigue presente y no solamente en el recuerdo.
Un cálido saludo.
Hola Ángel, gracias por tu precioso comentario. Ya varias veces me había sucedido, como ahora, que quien me comenta exprese la sustancia de mi relato en forma más elegantee que el relato mismo.
Un cálido saludo.