55. No te murás en agosto (María Rojas)
La herida era honda, por ella se me escapaba la vida. Embelesados, nos mirábamos. Con esos prontos tuyos te levantaste y me dijiste:
«No te murás en agosto, lindo, que el forense está de vacaciones. ¿O es qué querés que el carnicero de turno te raje de mala manera? Recordá el disgusto que te dan las cicatrices mal zurcidas. No sé en qué vainas estás pensando, hermoso, para morirte con este calor. Tu cuerpo empezará a desprender más rápido rarezas sulfúreas y gusanos atufados. No seas comodón, bello, esperá a morirte cuando refresque el tiempo. No le des la razón a mamá que, en su tonito, dice que sos un bueno para nada, un egoísta, que solo piensas en hacer lo que te sale de las pelotas. No soy mujer para limpiar horrores, lindo, así que cerraré la puerta y te dejaré hasta el lunes en que llegue Asdrúbal y recoja tus despojos putrefactos. No estirés la pata, hermoso, hasta que no vengan las lluvias y se inunden estas tierras y así, empapada, no se adviertan mis lágrimas. No seas desconsiderado, bello. Esperá, querido, a que me muera primero. No quiero caer en la tentadora fascinación de mirar a otro».
Por lo general, salvo en el caso de quien decida quitarse la vida, nadie conoce de antemano cuál será la fecha de su óbito, como tampoco las causas. Lo que si que tiene claro tu protagonista en este diálogo no verbalizado que no espera reepuesta, es que no le tiene ningún cariño a su marido, sueña con su desaparición y, además, desea que la misma no le cause excesivas molestias.
Un abrazo y suerte, María.
¡Por Dios!, cuánto odio contenido en esa mujer. Está claro que se está vengando de él.
Lo que no tengo claro es si ella le causó la herida.
Y eso de “ hermoso” y “ bello”, puro recochineo.
Vamos, un poema macabro. Pero me gusta las ejecución, no de él, sino del relato,
Ay, y yo quería hace un relato irónico y desesperado, de amor por el amante que se está muriendo.
Gracias a los dos por sus comentarios. La conjugación de los verbos y los bellos, hermosos y lindos son adjetivos coloquiales de cariño, por mi tierra.
Vaya, hay un desajuste lingüístico que me ha llevado a interpretar el relato de un modo distinto al que pretendías. Lo siento, pero para eso están las explicaciones.
Me sigue gustando igual.
Pues a mí sí que me ha parecido que todas las molestias que enumeraba era para quitarle hierro a la muerte de su amado, para olvidarse del dolor y la desesperación que le causa. Algo que se ha visto confirmado cuando pide que sea con las lluvias para que «no se adviertan mis lágrimas» o «Esperá, querido, a que me muera primero».
Algo macabro, sí, pero también muy poético y sentido.
Me ha gustado mucho.
Un abrazo y suerte, María.
Gracias, Rosa y Rosalía, por cierto muy poéticos nombres.
Abrazotes.