14. Amor animal
He vivido siempre con la simbiosis entre la calma y el nerviosismo, ella se alimenta de él y él se deja arrastrar por ella, el resultado es una apatía insoportable.
Sin embargo, el pasado veintinueve de febrero, ella entró por la puerta de mi tienda. El nerviosismo actuó solo y cuando ella, cabizbaja y casi reptando, apoyó su cabeza sobre mi pie, la recogí del suelo abrazándola contra mi pecho. Su ronroneo me permitió sentir la calma sin ninguno otro aderezo.