23. Una vida de fábula -VALDESUEI-
Comencé a mentir a edad muy temprana para que mis padres no me castigaran por las malas notas, después, para conseguir que me invitaran a unas copas o poder entrar en la discoteca de moda.
Esta habilidad me ha enseñado la diferencia entre lo que te gusta y lo que se te da bien. Y a mí, la mentira, se me da realmente bien.
Gracias a ella he logrado viajar en jets privados, he jugado en el casino de Moscú o Montecarlo, he visto una final de Champions en el palco, me he codeado con mandamases internacionales y me he acostado con las mujeres más bellas.
Con la mentira puedes lograr todo lo que te propongas.
¿Que cómo? Muy sencillo, solo tienes que inventártelo.
Nos acabamos creyendo a este mentiroso profesional y sus logros sociales y materiales, una vida a todo tren basada en sus fábulas, hasta que al final nos queda la duda de que todo haya sido una invención, fantasías que cuenta para dar envidia al resto de mortales que, si acaso mienten para ocultar o lograr algo, nunca es a ese nivel.
Un relato sobre un mentiroso hasta la médula, de cuya palabra, siempre bien elaborada, nunca hay certeza.
Un saludo y suerte, Víctor
Ay, me ha recordado al pequeño Nicolás, pero es todavía peor, un mentiroso compulsivo. Quienes rondamos por aquí también inventamos, pero para vidas ajenas.
Un abrazo y suerte.
Un mentiroso que reconoce que miente. ¿Y cómo sabemos que no está mintiendo cuando afirma que inventa? Muy interesante propuesta.