39. EL AMOR… ¿ES CIEGO? (Mariángeles Abelli Bonardi)
El reality consistía en un experimento social: encontrar el amor de tu vida teniendo una pared de por medio. Con una pared de por medio habíamos hablado, habíamos congeniado, nos habíamos elegido: vernos en persona y comprometernos fue la felicidad total…
Tocarnos, sentirnos, olernos: todo eso lo exploramos a fondo en la isla tropical de turno. Pero entonces llegó la convivencia y ¡Plop!, cual si fuera una pompa de jabón, estalló la burbuja ilusoria que había sido el programa.
Vestido, anillos, torta de bodas: todo era soñado, excepto la persona que tenía enfrente. «¿…Aceptas por esposo a…?» fue la clara, definitoria pregunta. Lo incorrecto hubiera sido decir que sí.
El amor, de ser auténtico, debería de ser ciego, como se supone, pero lo visual tiene mucha importancia, demasiada. La dichosa apariencia no es algo que se pueda soslayar. Los «reality» televisivos son puro teatro la mayor parte de las veces, con un guion previo. En todo caso, la prueba de fuego siempre es la convivencia, unida al tiempo, que es el que quita o da razones.
Un relato que enseña que lo más coherente, muchas veces, es rectificar y decir un «no» a tiempo, por incómodo y poco convencional que pueda parecer.
Un abrazo y suerte, Mariángeles
Hola, Ángel. Es cierto lo que decís. El amor debería de ser ciego porque, como supo decir Antoine de Saint Exupéry a través de su Principito, «lo esencial es invisible a los ojos», pero tambièn es cierto que en estos tiempos tan visuales gracias a las redes sociales, la apariencia ha tomado el primer lugar, soslayando la esencia de las personas… Por suerte, a esta novia, el tiempo de convivencia durante el reality show le ha hecho decidir lo que es correcto para ella, por muy incorrecto que pueda parecer a ojos ajenos…
Como siempre, un placer leerte.
Otro abrazo y suerte para vos,
Mariángeles
Cuánta razón, Mariángeles. La convivencia es lo peor que le puede pasar al amor.
Un abrazo y suerte.
Hola, Rosalía. Yo creo que todo depende del cristal con que se mire… En el caso de esta chica, la convivencia es lo mejor que le pudo pasar, porque le hizo darse cuenta de que su futuro esposo no era la persona para ella y le evitó un «sí» del que seguramente se hubiese arrepentido… Ahora esperemos que en el próximo hombre que conozca encuentre el amor verdadero…
Otro abrazo y suerte para vos,
Mariángeles
Chiste viejo: “El amor es ciego y el matrimonio le pone gafas”. Si cambiamos matrimonio por convivencia, tenemos el mismo resultado. Darse cuenta a tiempo, más que una incorrección es un acierto.
¡Totalmente de acuerdo, Edita! Más que una incorrección, es todo un acierto darnos cuenta de que estamos por «meter la pata» y de que esa metedura de pata nos va a arruinar la vida, porque eso nos permite rectificar a tiempo… No conocía ese chiste viejo, que más que chiste viejo, parece un refrán; se me ocurre que sería un excelente título para un micro que hable del asunto…
Un beso grande,
Mariángeles
Hola, Mariángeles, hacer del amor un concurso donde todo es exposición y focos de colores no puede acabar en nada serio. Cuando viene la realidad que es la convivencia, excepto raras excepciones, todo acaba desmoronándose. En el día a día es cuando se demuestra si el sentimiento es verdadero y la pareja está dispuesta a compartir un proyecto en común. Nadie está obligado a firmar nada. Y como bien planteas, en muchas ocasiones lo más correcto sería no pasar por el aro, para evitar decepciones y malos rollos. A veces más que de amor ciego se trata de no querer ver.
Besos y suerte.
Hola, Juana. Concuerdo con todo lo que decís. Tuve oportunidad de ver los reality shows de Arabia, Alemania, Brasil, Estados Unidos, Japón, Reino Unido y Argentina, y la parte que más me gustó fue ver cómo se conocían y se comprometían las parejas con esa pared de por medio y su reacción al verse por primera vez… Luego podían pasar tres cosas:1) que se casaran y al año ya estuvieran separados, 2) que se casaran y se mantuvieran casados y queriéndose, por muy disímiles que fueran, o 3) que alguno de los dos miembros de la pareja dijera que no en el altar, como sucede aquí en el micro… En todo caso, aunque yo no sería capaz de casarme así, mediante un reality show, disfruté conociendo las diferentes culturas y corroboré, una vez más, lo complejos que podemos llegar a ser los seres humanos…
Otro beso y suerte para vos,
Mariángeles
Hola, Mariángeles.
Como sé que te gustan los dichos hago uso de este que no sé si conocerás y que tiene mucho que ver con el título: «El amor es ciego, pero los vecinos no». Quizá los espectadores de ese reality show podían intuir un desenlace así.
En todo caso los protagonistas siempre hubieran podido probar a convivir con una pared de por medio, igual habrían sido la pareja perfecta.
Interesante y ocurrente.
Un cálido saludo, amiga.
Hola, Barceló. Me gusta ese refrán porque es cierto; hubo veces en que, como espectadora del reality show, pude intuir si la pareja daría el sí en el altar o si, como en este caso, uno de los dos diría que no… Pero eso de seguir conviviendo con una pared de por medio no creo que les hubiera funcionado, porque los hubiera traicionado, más temprano que tarde, la imperiosa necesidad de conocerse en persona…
Me complace que el micro te parezca interesante.
Otro cálido saludo para vos,
Mariángeles
Está claro que decidir quien baja o no la basura, y cosas así, merma mucho el glamur, pero qué le vamos a hacer… Interesante micro que da la vuelta al concepto de lo incorrecto. Saludos y suerte, Mariángeles.
Hola, Antonio. Yo creo que cuando el glamour se va, si se baja la basura, por muy pestilente que sea, ese solo acto puede convertirse en un acto de amor y demuestra que el amor de la pareja es verdadero, no por nada dicen «en las buenas y en las malas», ¿cierto?
Me complace que el micro te parezca interesante.
Un abrazo y suerte para vos,
Mariángeles
Pobres, el amor, como dice la canción, es eterno mientras dura, y a tus personajes parece que la convivencia, la rutina, acabó por hacerles ser quienes eran en realidad, dos perfectos desconocidos. Mucha suerte, Mariángeles, y un fuerte abrazo.
Hola, Jesús. No le falta razón a esa canción de Ismael Serrano, y por lo visto, a estos dos el amor les duró bien poquito… La convivencia les mostró sus verdaderos colores (como dicen los ingleses) así que hubiera sido del todo incorrecto terminar con un casamiento… No «fueron felices y comieron perdices», como se suele decir en los cuentos infantiles, pero aunque no lo parezca, creo que para ambos fue un buen final…
Otro abrazo y suerte para vos,
Mariángeles