38. Cuídate
Tengo que hacer horas extra en el trabajo. Y luego tengo que llevar a los niños a extraescolar. Preparar la cena. Hacer la colada. Y tengo que estar sexi esta noche porque Juan se queja de que nunca lo hacemos. Tengo que llamar al médico para mi madre, y mañana pasarme a verla a la residencia para estar un rato escuchando sus reproches. Tengo que sacar tiempo para hablar con Carlota, que algo le está pasando. Y ponerme en contacto con el tutor de Quique. Tengo que ayudarle con los deberes de mates, con lo mal que se me dan. Tengo que estar siempre ahí. Fuerte, sonriente. Dando ejemplo.
Miro por la ventana y veo la calle alejándose por entre los edificios, como mi vida corriendo por el sumidero del lavabo. Cojo el bolso y las llaves. Me recoloco el pelo frente al espejo de la entrada.
-Adiós.- Grito desde la puerta.- No me esperéis para cenar.
Y bajo las escaleras pensando que por una vez voy a hacer lo correcto
Hay quien vive solo para sí mismo, pero también quien tiene la actitud contraria, y una y otra son negativas llevadas al extremo. Lo difícil, como siempre, es el equilibrio, algo que puede que consiga tu protagonista, quien tras anularse en beneficio de los demás, ahora necesita nivelar esa balanza moviéndose hacia el otro lado.
Un abrazo y suerte, Marta
Las estadísticas dicen que la mujeres con las principales consumidoras de ansiolíticos, y leyendo tu micro está claro el motivo.
Por suerte, no es mi caso. Quizás porque practico regularmente lo que llamo «terapia de amigas», cuya dosis puede varíar desde tomár un café, a una escapada de finde/puente, pasando por una comilona.
Cualquier día me tiran de casa, pero es un riesgo que estoy dispuesta a asumir. Todo sea por mi salud mental.
Un abrazo y suerte.
¡Di que sí! Lo grave va a ser que, posiblemente, dentro de nada esté de vuelta porque no podrá disfrutar pensando que está obrando mal.
Esto sí que es coger el tete tele. Me ha recordado a la madre de Manolito gafotas cuando amenazaba diciendo que un día cogía la puerta y no la veían el pelo.
La sociedad juzga más duramente a una madre que abandona sus labores como tal priorizando, bien sea, su carrera, sus aficiones o su salud mental como en este caso.
En este caso lo incorrecto no es que se vaya si no que recaigan en ella el grueso de tareas familiares.
Un saludo Y suerte .
Lo de «Un día cojo la puerta y me voy» es todo un clásico, casi tanto como el de que va a comprar tabaco y no vuelve. Esperemos que esos roles estén en vías de extinción y todo se reparta mejor. Aunque es verdad que aún queda mucho por cambiar. Un saludo y suerte, Marta.