44. ERROR 404 (A. BARCELÓ)
La tía Enriqueta no se hablaba con su hermano por un tema de herencias. Mi cuñada Remedios no tragaba a Juanito, el nuevo novio de mi hermana. Pepe y Luchi, amigos de toda la vida y padrinos del niño, se acababan de separar y no podían ni verse. Los abuelos paternos y maternos no se llevaban bien… Ya no podía más, aquello era misión imposible. Se me ocurrió aprovechar mi profesión de experto informático para programar un algoritmo al que introducir datos de los invitados que ayudasen a generar un informe de compatibilidad entre ellos. Me ilusioné pensando que podría estar inventando una herramienta de interacción social de última generación y fantaseé con forrarme gracias a ello.
Llegó la hora de la verdad, pulsé intro y esperé a que el programa generase un plano con la ubicación más adecuada para cada comensal. El software se bloqueó, pensé que la wifi se había caído, la pantalla se puso azul, se escuchó un ruido como de avión entrando en barrena y comenzó a oler a quemado. ¡Catapummmmm!, el ordenador explotó.
Suspendimos el convite, después de la comunión nos llevamos al niño y a sus dos mejores amigos a una hamburguesería del centro.
Ay, Ángel, si es que hay cosas que no se pueden arreglar ni con la mejor de las técnicas. Seguro que el «comuniante» se lo pasó genial.
Un abrazo y suerte,
Ja ja ja. Parece que los cristos familiares no hay Dios que los amañe. Ni la IA podrá, seguramente. Muy ocurrente.
La tecnología puede ayudar en muchas cosas, pero no solucionar las relaciones complejas y conflictivas. Tu protagonista fue correcto al consultar a una inteligencia no humana. Dado el resultado y ante el seguro colapso, suspender ese convite fue lo más prudente, sin duda. Mejor que se rompa un ordenador que no que un familiar acabe rompiendo la crisma a otro.
Muy divertido, además de actual.
Un abrazo, querido tocayo
Y suerte, que no falte.