71, No habrá futuro
Esta noche, buscará silencios y sombras. Cruzará el pueblo y se llegará hasta el río con la bolsa bien anudada. Mirará a su alrededor para asegurarse de que nadie le observa. Será entonces cuando levantará alguna de las inmensas piedras que se acumulan junto al cauce y la dejará caer, una, y otra, y otra vez, hasta que en la bolsa ya nada se mueva. Sentirá nauseas, dolor y temblará cuando la recoja. Apretará los dientes, rechinarán, y llorará al lanzarla al río. En cuanto escuche el sonido del golpe en el agua, allí mismo, de rodillas, se santiguará y, a pesar de que la vida no le ha dejado espacio para la fe, rezará. Pedirá que su hijo, al que se llevó la corriente, sea feliz en compañía de su mascota.
A veces, hacer lo que se cree correcto, que no tiene porqué ser fácil, ha de realizarse en secreto, pprque sería muy incorrecto a ojos de los demás, pero nada hay más incorrecto que perder a un hijo con toda una vida por delante. Sacrificar a su mascota puede interpretarse como igual de absurdo, pero no lo es en esa lógica de esperanza en otra vida, en la que hará compañía a su vástago.
Un abrazo y suerte, Rafa
Uff, qué mal cuerpo se me ha puesto. Claro, que si lo que quiere es que su hijo, allá donde esté, esté acompañado, podría haberse tirado él y así tiene a su padre y la pobre mascota no sufre las consecuencias, pero bueno, ¿dónde está lo correcto y lo incorrecto ante el dolor insoportable provocado por la pérdida de un hijo?. En fin, Rafa, muy duro y da para pensar un rato. Un abrazo fuerte.