Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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76. Testamento

Los labios se los doy al mayor de mis hijos: el ingeniero. Para que sonría. De resolver tantas ecuaciones, los suyos se le han quedado rígidos.

Al segundo, el juez, le entrego  la mano izquierda. Siempre ha sido muy hábil esta mano mía. Le servirá para proceder de forma inteligente aplicando las leyes.

La neurocirujana necesita otras piernas vigorosas que sostengan su cuerpo durante muchas horas. Mi pobre niña trabaja demasiado. Y yo aún puedo presumir de tenerlas fuertes.

Dejo mis dos orejas  al cuarto de mis hijos. En  reuniones y almuerzos complicados, siempre escuchará mejor si dispone de cuatro. También ha llegado muy lejos: es diplomático.

La última, sin embargo, solo consiguió  empleo en una guardería. Que le hacía ilusión trabajar con los críos, eso me dijo. Pero su vida a penas ha cambiado desde que lo dejó para ocuparse de los pañales que ahora necesito. Y yo, como siempre he sido un hombre correcto, le daré lo que le corresponde: nada.  Por cumplir con el deber de hija, ni siquiera la uña de mi dedo meñique.

4 Responses

  1. Ángel Saiz Mora

    Quien parecía un padre familiar, generoso y agradecido, resultó un ser absolutamente incorrecto. El trato a la más abnegada de sus hijas debía haber sido otro muy distinto, o al menos, igual al del resto de su descendencia. Sus prioridades en ese reparto hacen aguas al final, e indignan tanto que mejor que se trate de un personaje de ficción y no tenerle cerca.
    Un abrazo y suerte, María

  2. ¡Menudo elemento, ese padre! Chapado a la antigua, orgulloso de los hijos que han llegado alto, y sin dar importancia a que la pequeña sacrifique su vida por cuidarle, «porque es su deber». Quiero pensar que aquellos tiempos quedaron atrás y que hoy se da más valor a esa bondad altruista.
    Muy bien perfilado ese personaje, María, casi se le puede ver asomar la cara entre las letras.
    Un abrazote.

  3. Rosalía Guerrero

    Vaya desgracia de padre le ha tocado a la benjamina. Primero que «solo» consiguió en empleo en una guarderia, como si no fuera uno de los empleos más importantes que existen: les confiamos nuestras personitas más queridas. Ahí ya asoma la patita de clasista el tipejo. Pero es que luego además es un desagradecido, al que ni se le pasa por la cabeza que el resto de hijos, tan exitosos, puedan compartir la responsabilidad de cuidar de él.
    Me recuerda situaciones que se daban antes muy a menudo (podría contar el caso de una madre que arruinaba todas las relaciones de su hija para que se quedara a cuidarla), y que hoy en día todavía suceden, aunque en menor medida.
    Un abrazo y suerte.

  4. Recuerdo un dicho popular irreverente que le viene al pelo a esa pobre hija: “Cuanto más te agachas, más se te ve el culo” Pues eso. Por ser buena persona y perder de sus derechos para cuidar al padre, recibe menos que nada.

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