31. Adolescencia programada (Alberto Moreno)
Aún recuerdo cuando, al salir del curro, Cafetera, Lavaplatos y yo nos íbamos de marcha. Los chistes sobre Star Wars, los pelotazos de Tres-en-uno… era desternillante. Mi Rumbi y yo ahí estábamos empezando, en lo mejor; el sexo con ella era vertiginoso, mareante.
Ahora, con la hipoteca, las tablets de los niños, los seguros de mantenimiento… Los dos doblamos turno y llegamos a casa extenuados. Ella vomita, se acuesta, da vueltas en la cama, y a la mañana, sin apenas haber conseguido recargarse, se toma una Biodramina y se va. Yo preparo la comida (sí, también aquí), y me encargo de los críos. Con Buzzy todo bien, es bastante predecible y mantiene esa adorable rigidez de la infancia. Pero el mayor nos ha salido rana. Tan pronto ríe, como que llora, como que se pone a dibujar garabatos en la pared. El electricista me ha dicho que es lo normal de la edad, pero yo estoy preocupado. Sé que es un modelo moderno, con mucha autonomía, pero lleva más de un mes sin enchufarse. Por eso anoche me acerqué a su cama y, despacio, le levanté la carcasa.
Entonces lo comprendí todo.
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Ya sabemos que son etapas naturales y que muchos hemos pasado por ello, con la consiguiente guerra para nuestros padres, pero al que programó lo de la adolescencia se le podía haber ocurrido otra cosa, pasar por alto ese nivel o pulirlo mucho mejor. Menos que, en principio, se trata de una fase temporal, aunque a algunos parece que no se les termina nunca.
Se trate de humanos, robots, o de un híbrido entre ambos, está claro que resulta inevitable que los creadores pongan mucho de sí mismos en sus obras.
Un relato con el título final bien enlazado con el desenlace, en un bucle que cierra la trama de estos personajes, mecánicos quizá, pero a los que sentimos cercanos.
Un abrazo y suerte, Alberto
Hacemos los robots a nuestra imagen y semejanza e imaginamos que repiten nuestras etapas en la vida; curiosamente, al tiempo, casi nos da miedo que sean como nosotros.
Puf, que raros todos, humanos y robots. Y las hormonas y el corazón.
Y que conste que pienso que, para unos y para otros, es bueno tener autonomía aunque… de un poco de miedo sobre todos si eres el padre.
Bien contado todo y… como me enrrollo yo.
Suerte