53. Algo perfecto
El aroma del café, un destello de sol en la ventana, la complicidad de tu mirada, el balbuceo de un bebé, las tardes de cine, el rumor de las olas en verano, la ternura que mueven las caricias, los juegos de los niños en el parque, una flor deshojada en su vaso de cristal, el gesto amable de un desconocido, las horas de lectura, el sabor del chocolate, la alegría de un encuentro inesperado, los bailes tontos en medio del salón, tu risa, la compañía de la radio en las mañanas… Las arrugas de tu rostro, el calor de tu mano en la mía, la paz que inunda despacito mi alma, el suspiro con que se la lleva el alba… Y esa lágrima que, al cerrar mis ojos, escapa de los tuyos, serena y resignada.
La vida está hecha de pequeños momentos, que en realidad son grandes, únicos y valiosos, en compañía, aún más, de principio a fin. Perfecto no hay nada, pero hay trayectorias que lo parecen, o se acercan mucho.
Un abrazo y suerte, Marta con este relato de buena convivencia.
Muchísimas gracias, Ángel.
Me sumerge en instantes de vida, luego al final, en el momento de la muerte. Es fluido y delicado, ojalá nos fuéramos así, sin resistirnos, el sufrimiento en estos casos entorpece las partida.
Qué bonito lo que dices,Rosa. Me preocupaba un poco que no se entendiera ese final así que me alegra mucho tu comentario. Mil gracias.
¡Qué sucesión de bellos momentos para llegar a un final único! Enhorabuena y suerte.
Muchísimas gracias, Manuel. Contenta porque te haya gustado.
Lo que más me llama la atención de este texto son los rasgos lingüísticos: no aparecen los verbos hasta las últimas líneas, sin romper estos el tono delicado de las palabras anteriores que, sorprendentemente, muy pocas son adjetivos. Creo que no salió por casualidad, que está hecho así con premeditación y alevosía.
Hola, Edita. No fue casualidad, efectivamente, y me alegra un montón que lo hayas notado y te haya gustado. Muchísimas gracias.
Es precioso, Marta, y además tan verdadero que es imposible no verse reflejada en cualquiera de esos momentos felices de los que muchas veces no somos conscientes hasta que se acaban.
Un abrazo y suerte.
Mil gracias, Rosalía. Contentísima porque te haya gustado.