58. Amante (Alberto Jesús Vargas)
Todas las noches su marido, después de cenar, se fusionaba con el sofá formando un cuerpo único que a los pocos minutos empezaba a roncar frente al televisor. Era entonces cuando ella encontraba su momento. Sacaba la libreta del cajón de los manteles y le escribía una carta a su amante imaginario, al que llamaba Luis. Le contaba cómo le había ido el día, sus pequeños conflictos domésticos, sus reflexiones y todas esas cosas que necesitaba compartir con alguien. Para terminar, firmaba con un corazón y rompía la carta en trocitos pequeños que escondía entre la basura. Quedaba para ella ese ejercicio de desahogo que tanto la ayudaba a reconstruir, en la medida de lo posible, las ruinas de mujer que llevaba dentro.
Asombrosamente, una mañana, mientras fregaba la taza del desayuno, se presentó Luis en la cocina sin previo aviso. Venía a proponerle que huyeran juntos para iniciar una nueva vida lejos del aburrimiento y la tristeza. Ella, sorprendida primero y halagada después, no tuvo más remedio que rechazarle. Tenía los garbanzos en remojo, la lavadora en marcha y una edad como para no volver a creer en promesas de felicidad.
Qué bueno, Alberto. La realidad frente a otra menos segura.
Muy bueno.
Suerte.
Muchas gracias, amiga Yolanda. Que alguien capaz de escribir relatos tan conseguidos como esa «Angustias» que nos has dejado por aquí diga que le ha gustado este mío, es todo un halago. Así que, aunque estemos con el tema de la tristeza,
a mi me has dado una alegría.
Me encanta tu relato. La rutina a veces nos vuelve infelices, pero escapar de ella para vivir algo nuevo… ¡Qué miedo!
Así es, Lidia, la protagonista de esta historia parece que acaba asumiendo que esa vida que lleva no es una vida feliz, pero para ella es la única posible. Gracias por tu comentario.
¡Qué bueno, Alberto, ese final absolutamente inesperado…!
Saludos y suerte.
Es una historia triste y sin final feliz. Muchas gracias, Rosy, por tu amable comentario.
Está claro que la imaginación es un arma poderosa, como también, que los sueños, sueños son. Ni incluso cuando, en contadas veces, parecen cerca de materializarse, Se llegan a cumplir, porque una cosa es la teoría, aunque vaya acompañada de ilusión, y otra su aplicación práctica. Esta mujer, mejor que nadie, sabe que tras pasar el filtro de la convivencia, su Luis ideal se convertiría en algo parecido al marido sellado al sillón, o quizá peor. Para qué molestarse entonces. Cada cual en su sitio. Además, una vida sin motivos para quejarse ni nadie que lo escuche debe de ser aburridísima.
Muy bueno este «amante» virtual, divertido y con mensaje.
Un abrazo y suerte, Alberto
La verdad, Ángel, es que a mi me gusta mucho escribir historias tristes. En esta he querido reflejar una tristeza sencilla, cotidiana, sin estridencias y he intentado que se resuelva dejando un leve sabor amargo. Gracias por tu atinado comentario. Un abrazo.
Un bello relato, por original y bien contado. Me hubiera gustado leer su huida con Luis, pero la decisión que toma le da más fuerza a la historia.
Un beso
Efectivamente, María, es el final el que hace que el relato sea verdaderamente triste. Es en definitiva la historia de una mujer que ya ha renunciado para siempre a ser feliz. Gracias por tu comentario. Un beso.
Cambiar fantasía por realidad nunca ha resultado favorable. Mejor seguir con esa triste rutina.
Un relato magnífico.
Suerte, Alberto. Un abrazo.
Pues sí, Rafa. Algunos le llamarían acomodarse a vivir en la zona de confort, preferir lo malo conocido, pero lo que hace verdaderamente triste a esta historia es el desencanto de esa mujer que ya ha dejado de creer que su felicidad es posible. Gracias amigo Rafa por dejar aquí tu comentario. Un abrazo.
Sin querer, me ha evocado la canción “Un ramito de violetas”, de Cecilia. Y me ha quedado la misma sensación agradable de entonces al llegar al final del relato, tan inesperado y bueno.
El «ramito de violetas» todo un clásico maravilloso. Gracias por la comparación y por tu elogioso comentario. Me alegro que te haya gustado.
Tu relato es la historia de una rutina. El final es la historia de una derrota.
Esa mujer vivía en el confort de lo conocido y no quiso rechazarlo aún sabiendo que podría haber sido feliz.
A veces,las personas sueñan con situaciones nuevas y, cuando se le ponen por delante prefieren seguir con su rutina, porque más vale lo malo conocido… un error, a mi juicio, grandísimo error, y, ¿quién dijo que la edad limita los actos y mata las ilusiones?
De estar en una situación como esa, me hubiera ido sin vacilar.Muy bien hilado tu relato, sencillo y rotundo.
Me ha gustado la manera en que lo cuentas.
Gracias y feliz día.
Creo que haces una atinada lectura de este relato que encierra una derrota asumida por su protagonista. Te agradezco mucho, Mercedes, que hayas querido dejar aquí tu reflexión. Un saludo.
Jo, eso si es melancolía. Buenísimo.
Paloma, un comentario breve pero contundente y sobre todo muy halagador. Gracias y un cordial saludo.
La tristeza diaria, la tristeza vital de no esperar nada más que el refugio imaginario que, quién sabe si la propia mujer materializó (como aquellos ectoplasmas de las médiums) solo para enfrentarse a su propia fantasía. Quizás, después de rechazar a su Luis imaginario renunció a escribirle para asumir su realidad.
Relato profundo y magistral el tuyo, que refleja la atonía de tantas relaciones.
Un placer leerte.
Saludos.
Manuela, me parece interesante eso que dices de la materialización ectoplasmática de la propia fantasía, creo que es una acertada metáfora. Me alegra que te haya gustado el relato y agradezco tu crítica tan positiva. Un cordial saludo.
Muy buen relato, Alberto. Ese final tan de realidad cotidiana hace que la historia gane en sorpresa y magia. Me ha encantado. Un abrazo, amigo y suerte.
Pues si, Pablo. He querido contar una historia sencilla que mezcla realidad y fantasía y finalmente queda impregnada de tristeza. Siempre me tratas muy bien en tus comentarios. Se nota que somos amigos. Un abrazo.
Si a alguien le apetece escuchar una lectura musicalizada puede encontrarla en https://go.ivoox.com/rf/64637512
Muchas gracias, Raúl, por seleccionar este relato para hacer esa lectura sobre fondo musical. Me ha encantado. Gracias también por descubrirme «Las lecturas del abu». Un abrazo.
Demoledor. Las inercias de la vida se llevan por delante muchos sueños. Muy bueno, Alberto.
No se puede definir mejor esa fuerza oculta que dirige en buena medida a la protagonista de esta pequeña historia: «las inercias de la vida». Gracias, Lucas, por dejar aquí tu interesante comentario.