58. ANSIA POR DESCUBRIR Y COMPLACER (Petra Acero)
La niña, arrodillada junto a su madre, dibuja un gran círculo rojo con la yema de su dedo índice. Da dos golpecitos encarnados —plof, plof— en el centro del redondel: “Los ojos, mamá”. Traza una línea curva: “¡Una gran sonrisa!”, grita, como si su madre estuviera sorda. Arrastra el índice y el corazón, haciendo rayas alrededor del círculo: “¡Ya está! ¡Este sol es para ti, mami!”. Se sorbe los mocos y continúa con su obra: una casa, un árbol —que chorrea frutas coloradas—, su perrita Perla y su mamá. “Os quiero. Mucho, mucho. Os quiero mucho a las dos”, canturrea, como en una nana. La pequeña pintora se incorpora. Mientras se frota las rodillas, enrojecidas, descubre un riachuelo espeso. Con ambas manos trata de desviar el charco: “¡Vas a estropear mi regalo!”, se enfurece. El frutal y la perrita se ahogan, el resto se emborrona poco a poco. La niña patalea alrededor de la madre. Sus pies descalzos tiñen de rojo el suelo. Las baldosas de la cocina lloran sangre. Como Perla con el vientre abierto. Como la barriga hinchada de la madre. Como el cuchillo que la pequeña apoya en el suelo para rebuscar dentro de las preñadas.
¡¿ ???! Así quedé…
Es muy fuerte esto amiga, vaya relato. Rojo sangre que me deja Impertérrito…
Un gran abrazo y seguiré leyendo…
La curiosidad es un factor que permite avanzar al ser humano. La inocencia es algo inherente a los niños. Sin embargo, estas dos características tan loables, dos palabras cuya sola pronunciación casi nos hacen arrancar de forma automática, sonrisa de ternura, se han empeñado en tu relato en trastocar el significado al que estamos habituados, para tornarse en drama, el provocado por esta niña enferma, aunque quizá no malintencionada, aunque eso poco importa ante los graves hechos.
Un relato que narra un sencillo juego infantil, que encierra una terrible tragedia. Una madre y una mascota, más su descendencia nonata, muertas a manos de una niña que no sabe bien lo que hace, pero que nos golpea de la forma más inesperada con su acción. Eso hay que saber contarlo y tú lo has hecho. Impacta y de qué forma.
Un abrazo, Amparo. Suerte
Me gustó el relato, muy bueno. Yo soy nefasta para comentar. Le tomo la palabra a Angel Saiz Mora.
Suerte.
Manuela balastegui
Estoy de acuerdo en el comentario de Angel(es muy bueno para hacer los comentarios).
Sonrisas mil
Mucha suerte
Manuela
Vaya un buen relato, aunque sangriento, que te has marcado. Después de leerlo varias veces, este es de los que a la primera no te haces con él del todo, al menos a mí me ha pasado, entiendo que la niña es tan curiosa que sin ser consciente de ser una psicópata y asesina, «juega» con su perra y mamá embarazadas para averiguar lo que hay dentro de sus barrigas. Me gusta el título, aunque la segunda parte no me queda claro; ese «complacer»… ¿a quién?, ¿por qué?. Enhorabuena porque has cumplido con el color rojo, con creces.
Un abrazo y suerte, Amparo.
Me parece un relato sobrecogedor y muy bien escrito, muy visual, que te conduce muy bien por toda la escena, se nota que hay músculo escritor bien entrenado detrás de la autora 🙂 Sin embargo, me asaltan algunas dudas con respecto al significado de la historia. Las dos posibles conclusiones a las que llego son: a) la niña ha cometido el salvaje crimen «inocentemente». En tal caso, me parece quizás una historia demasiado gore, casi inverosimil. b) El motivo que lleva a la niña a cometer una acción «natural» son los celos a aquellos que vendrán y la destronarán en un futuro. Esa opción me parece la más lógica, solo que me faltan algunos indicios a lo largo del relato para reforzar tal teoría… ¿o se trata quizás de otra idea que yo no he pillado? En cualquier caso, el texto da mucho de sí, Petra. Un abrazo!