77 Aquellos maravillosos años
Sonreías ladeando la cabeza con un cigarrillo mediado en los labios, entornando los ojos como James Dean. ¡Cuántas veces habrás ensayado ese gesto…! Aunque, funcionar, te funcionaba, ¿eh? Todos querían ir de farra contigo, llevarte a la cama. Y tú pagabas rondas y rondas por no llegar solo al final de la noche. O de los días. Mira que no ver que te abandonarían cuando estuvieras sin blanca… ¡¿Qué?! ¿Ya no eres capaz de devolverme esa pose en el espejo? ¡Sonríe ahora, cabrón!
Debe de ser muy triste ver como caen años encima y todo se degrada, para no ser ni la sombra de lo que se fue. Las penas, con pan (o dinero), son menos, pero si tampoco es el caso, es lógico el enfado de tu protagonista con su propia imagen en un espejo.
Esa autobronca no va a cambiar nada, pero al menos le sirve de desahogo y no molesta a nadie.
Un relato realista y con cierta desesperanza, sobre el tiempo que por un lado se acumula y por otro se escapa, diciéndonos que, cuanto más transcurre, las cosas solo pueden ir a peor.
Un abrazo y suerte, Nuria
Así es, Ángel. Conozco muchos casos que han desperdiciado el dinero y, peor aún, años… Gracias por pasarte.
Besosss
La ira que produce el envejecer, bien expresada en pocas palabras. Buena propuesta, Nuria. Suerte y un abrazo.
Pues sí… Muchas gracias por pasarte, Pablo!
Besosss