24. Arrendamientos
Al aprender ese día, en el colegio, lo que era un corpúsculo, ya tenía un nuevo pensamiento. Cómo ni uno solo de luz llegaba a ese espacio bajo la escalera. Por eso nadie podía vernos. Si alguien entraba o se le oía bajar, él paraba los empellones y los jadeos mientras me tapaba la boca.
Luego ascendíamos a destiempo bien separados. Él se quedaba en el primero y yo debía llegar a ese cansino sexto.
Encontré a mi madre cocinando, unas patatas rebuscadas y bledos del campo. Canturreaba contenta. De nuevo el señor Ramírez, en su santa compasión, se había apiadado de nosotras.
Necesidad, que ya es triste; sacrificio, que aún lo es más; y abuso de quien detenta poder y se aprovecha sin escrúpulo de buena gente necesitada.
Un relato que desgarra con cada dato que aporta, muy bien narrado.
Un abrazo y suerte, Javier
Gracias, como siempre, por estar ahí.
Sí, no es un relato de tema agradable, pero eso siempre ha pasado y seguro que sigue. Hay malos disfrazados.
Abrazotes
Brutal, Javier. Pero qué bien contado! Enhorabuena!
Gracias, Susana, por tu apreciación.
Besetes
Ostras, Javier, qué duro pero qué bien contado. Me gusta mucho la manera en que vas desvelando lo que pasa, poco a poco, para darnos los puñetazos de realidad sin que los esperemos.
Un abrazo y suerte.
Pd: qué bien lo pasamos ayer con los colegas del doppelganger!
Gracias, amiga. Sí es un tema duro, porque no parece fantasía.
Pd: Buen rato ayer. A ver si coincidimos el sábado.
Besetes
Tan bien narrado que te llena de impotencia y rabia. Tiene un aroma a España rancia, aunque no se mencione la época un par de pinceladas bastan para llevarnos allá. Aunque hoy día sigue pasando, y pasará mientras haya gentuza sin escrúpulos como el repugnante señor Ramírez.
Un abrazo y suerte.
Hola, Ana
Yo también veía esa España. Pero ciertamente no se acaba del todo.
Hoy, conseguir vivienda digna puede resultar caro tal vez…
¡Jod…! ¡Qué asco de Ramírez! – Pero qué bien contado, Javier… La lectura te va quemando por dentro.
A ver si encuentran pronto un trabajo aunque sea limpiando escaleras y pueden pagar alquiler en algún rincón – si puede ser lejos de ese cerdo.
Un beset.
Carme.
Gracias, Carme.
Tenía que dar asco ese tipo, me alegra haberlo conseguido.
Besets
La pena que me da este relato es la frescura que tiene. Parece un tiempo pasado y también un tiempo actual. Lo has contado de maravilla. Enhorabuena.
Un abrazo.
Gracias, Manuel
Sí, la verdad es que da pena que tras el regusto antiguo haya demasiado presente lamentable.
Abrazos