40. Atracción espacial
Bill ha recogido la base y ha puesto el robot aspirador. Le observo sin que se dé cuenta mientras quita el polvo cósmico. Este año solos en Marte nos hemos vuelto inseparables. Se queda parado con el plumero en la mano, la mirada perdida en el amanecer rojizo. Hace días que no está bien. No nos prepararon para esta soledad descomunal, El Principito al menos tenía un baobab. Suerte que aún tengo pacharán; todas las noches, cuando afloja el calor del verano marciano, nos tomamos uno mirando las estrellas. Cuando me habla de su mujer y de sus hijas, se le empaña el cristal de la escafandra. Tienen un rancho de caballos en Wichita, Kansas. Seguimos sin noticias de Houston. Trato de animarle mientras escudriña La Tierra con un telescopio buscando una señal. No imagina que, hace meses, extravié una pieza del sistema de comunicaciones en el cráter de un volcán. He descongelado una chuleta, esta noche le invitaré a cenar. Me encanta verle comer, al masticar resalta su mandíbula de superhéroe. La última vez me dijo que no se acostaría conmigo aunque fuera el último hombre del planeta. Veremos si hablaba en serio.
A esta pareja le convendría llevarse bien, pues solo se tienen el uno al otro. Son los últimos, su pasado ya nunca volverá, todo es devastación. Quizá sean unos nuevos Adán y Eva, solo que él aún no lo sabe. Las mujeres suelen ir un paso por delante.
Un relato entre la tristeza y la reflexión. ¿Tendremos algún futuro?
Un abrazo y suerte, Lucas
Maravilloso como escribes
un saludo
desde Miami
muchadelarorrea@gmai.com
Lo he releído y me queda una duda importante: El extravío de esa importante pieza en el cráter del volcán, ¿fue realmente una pérdida desafortunada o sucedió a conciencia y con empeño?…espero que fuera lo segundo, ¡qué horror!
Y ahora sí, te doy mi enhorabuena por tu maravilloso relato.
Bueno, pues tampoco está mal en quedar como amigos, ¿no? Aunque esas esperanzas puede mantenerlas de momento porque parece que el asunto se va a empezar a poner difícil… Por lo menos tienen chuletas y pacharán. No está mal el menú para estar en Marte.
Qué perverso… ¡Suerte!
Saludos
Gracias Ángel! Si, se te tienen que hacer larguísimos los días, qué angustia estar tan lejos de todo. Abrazo desde Cantabria.
Vaya artimañas se gasta el compañero para conseguir un «polvo espacial». Ja,ja, me encanta este humor gamberro.
muchadelarorrea, gracias por leerlo y por tu comentario. Te devuelvo el saludo desde Cantabria.
Lucas, ¿qué más te puedo decir? Aparte de emotivo a la par que gamberro, resulta muy visual, cinematográfico diría yo. Y el detalle de que se le empañe la escafandra me ha encantado.
Suerte!
Hola Isabel. Así es, el narrador pierde a propósito la pieza para quedarse sólo con el segundo astronauta y seducirle. Gracias por tu comentario, abrazo.
Me ha encantado esa historia y me ha llegado al alma el pacharán de Marte: indispensable para sobrevivir, por supuesto. Y el chuletón seguro que abre puertas y cama. El comer y el rascar, todo es empezar. Enhorabuena. Suerte y abrazos, Lucas.
Rafa, espero invitarte pronto a un pacharán. Gracias por tu comentario y, sobre todo, por leerlo. Nos leemos, abrazo.
Aurora, va a estar difícil, si. Tendrán que seguir viéndose, imposible pedir un cambio de compañero. Gracias por leerlo, abrazo.
Ana, es que en el amor y en la carrera espacial todo vale. Gracias por leerlo, saludos desde Cantabria.
Paloma, qué gusto leerte, muchas gracias. Abrazo rudo de granjero.
Gracias Rosalía! Me hace mucha ilusión leerte, abrazaco.