66. Caídos del cielo (Alberto Jesús Vargas)
Fue una mañana de domingo. Por un desconocido fenómeno cósmico, una lluvia de ángeles se desencadenó sobre la ciudad. Algunos eran rubitos y lechosos como gustaban a Murillo, otros morenitos y tiernos al estilo Machín, todos con alas que ya no volaban pero que les sirvieron para planear, evitando así estamparse contra el suelo.
La población conmovida ante la divina inocencia de tan hermosas criaturas, no tardó en movilizarse y pronto todos encontraron un hogar. Adoptados como hijos fueron recibiendo una esmerada educación en valores y buenos modales y paralelamente, por el mero contacto con los mortales, un completo máster en hipocresía, odio, envidia, egoísmo y demás componentes de la más genuina maldad.
Alcanzada la adolescencia, aquellos niños que llenaron de candor la ciudad desaparecieron de forma tan súbita como llegaron. Dicen que alguien los vio adentrarse en la gruta conocida como “Boca del Infierno” y que desde lo más profundo de la misma llegaron los ecos de su fiesta de graduación como ángeles caídos.
Inquietante relato que te lleva a pensar en cómo de cruel es la mano humana que pervierte lo más puro. Me ha gustado mucho esa lluvia de angelitos. Suerte.
Muy cierto, Alberto, hay mortales que pueden dar un máster en maldad, podemos dar fe de ello.
Un relato muy original, con imágenes potentes y bien resuelto.
Mucha suerte y un abrazo
Los seres humanos somos capaces de lo mejor y de lo peor, pero la tentación de pasar al lado oscuro es demasiado tentadora. Otra característica puramente humana es la de la transformación de los tiernos infantes en seres casi demoníacos. Aunque nos parezca mentira, personajes odiosos y dañinos de la Historia, pasada y actual, fueron una vez niños adorables. La adolescencia es una etapa necesaria e ineludible, pero con frecuencia inocula una ponzoña que hace perder el candor en favor de la malicia.
Interesante relato de ángeles caídos, con una caída literal y doble, con forma de caída controlada, primero, con depravación final.
Un abrazo y suerte Alberto
Gracias, Bea. Me alegro que te haya gustado esa lluvia de angelitos que son adoptados por los mortales y educados por ellos. Te envío un cariñoso saludo.
Pues sí, Almudena, esta vez he querido poner un poco de fantasía a la hora de contar una historia con ángeles, el tema lo pide. Gracias por tu comentario. Un abrazo.
Efectivamente, Ángel, esta historia va de ángeles caídos que no se estampan contra el suelo sino que se quedan a vivir con los humanos y de ellos aprenden la maldad y todo lo necesaria para graduarse como ángeles caídos. Muchas gracias por tu comentario y un abrazo.
Ay, Alberto. Esos angelitos tan tiernos, ahora adolescentes, se nos van al infierno. Qué importantes son las buenas compañías cuando nuestros angelitos crecen y se van volando. Si es que se van, porque algunos se nos quedan en casa y el infierno se viene con ellos. No me tires de la lengua… En fin, maravillosa visión de la lluvia angelical, con sus tipologías variopintas. Una estructura genial con tres párrafos y tres etapas de vida. Aplausos, suerte y abrazos.
Rafael, la verdad es que me has hecho reír con ese comentario de los angelitos que «se nos quedan en casa y el infierno se viene con ellos». Veo que has captado la metáfora del relato y además me alegro de que te haya gustado. Un abrazo y gracias.
Me gusta, sobre todo, esa imagen de lluvia de ángeles variopintos. Y lo fácil que les resultó contagiarse del virus endemoniado terrenal.
Edita ¿verdad que es bonita esa lluvia de ángeles que descienden planeando suavenente hasta alcanzar el suelo? Pero lo divino al contacto con lo humano acaba contaminado. Gracias por tu comentario y un cordial saludo.
Relatas muy bien esa humanidad llena de valores infernales, que contaminan lo más angelical. Gran idea contada genialmente. Ya los comentarios anteriores han expresado todo lo que pienso al leer tu historia. Suerte con ella.
Pablo, Ángeles y demonios son como dos caras de una misma moneda. Nada existe sin su contrario y todo queda definido por su opuesto. Muchas gracias por tu comentario y un abrazo.