92. Castillos de humo (Asunción Buendía)
Aquel día puso los cimientos para la construcción del castillo de su nostalgia, la primera piedra fue una sensación borrosa pero fuerte, ella apenas recién nacida y su padre meciéndola en brazos.
A partir de ahí la fortaleza creció imparable.
A veces con olores, el jabón limpio de las coladas interminables de su madre, tanto niño, tanta cama, tanta ropa.
A veces palabras pequeñas, un nombre dicho en un susurro.
De repente él. Caricias, roces, primera vez. Miradas, silencios que ríen. Invadiendo todo, él. Mil dudas y una sola certeza. Despertar siempre a su lado.
Morir a su lado.
El castillo tiembla, amenaza ruina. Hoy abrirá por última vez las pesadas puertas, luego las dejará abiertas. Escaparán los recuerdos, ya huérfanos, seguramente los buenos primero, los dolorosos siempre persisten más.
Frases cortas, poderosas, dibujan la vida de esta mujer de principio a fin, desde la infancia a la madurez, sin olvidar a las personas queridas que la acompañaron. Ese «morir a su lado» es sobrecogedor, realmente el final de un ciclo, la caída de ese castillo, de toda una existencia que, en realidad, apenas ha sido un soplo en el universo, la conciencia de que todo se termina.
Un relato lleno de nostalgia y, sobre todo, de una enorme tristeza, pasando de las ilusiones al más crudo realismo, el de que todos vivimos y algún día dejaremos de hacerlo.
Me alegra leerte tras tanto tiempo.
Un abrazo y suerte, Asunción
Hola Ángel, como siempre tan atento a nuestros relatos y comentar tan acertadamente. Eres el mejor compañero de letras. El relato es triste porque está escrito desde la perspectiva del final de la vida, cuando ya no caben más recuerdos ni nostalgias.
Un abrazo grabde
Nostalgia y tristeza poéticas a raudales.
Gracias Edita por leer y por comentar, nos está tocando vivir tiempos difíciles
Un abrazo
Un buen símbolo el de ese castillo por donde pasan vidas enteras. Suerte.
Así es Antonio, nuestra vida parece férrea, pero es un castillo de humo.
Un abrazo
Lo que cuesta construir una vida con sus dichas y sus penas y lo fácil que resulta que se venga abajo, con el más ligero soplo, como un castillo hecho de naipes.
Mucha suerte Asun!!
Bsss!!
Tal cual lo dices, toda la vida, penas, alegrías, al final se desvanecen.
Por suerte siempre nos quedarán estos pequeños/grandes relatos.
Un beso grande
Ya lo dejas claro en el mismo título Castillos de humo, a partir de ahí los sucesos que siguen prevén un final parecido a l que describes y entre medias esa nostalgia de jabones, me encanto esa imagen. Saludos!
Gracias querido Montesinos, la nostalgia es una fiel compañera, apenas nacemos la comenzamos a sentir.
Un abrazo