60. Cuando quieras, pero tú me acompañas
El día que se canceló el apocalipsis por mal tiempo yo había decidido regresar al mundo de los vivos. Me martirizaba la soledad y todos los que me rodeaban eran unos muertos de cuidado; ni siquiera me hablaban.
Mi familia rompió a llorar de alegría al verme, pero cuando anuncié que Fulanito me sustituiría en la otra vida, el llanto se contagió a los suyos, afligidos por la pena. Con tanta lágrima se anegó la comarca, se perdieron las cosechas y los lloros se extendieron por doquier, inundando todo el orbe.
La noticia llegó al paraíso y el Jefe, patidifuso, decretó el inminente Fin del Mundo, causando estupor entre los angelitos, quienes, compungidos, estallaron en un mar de lágrimas. Cayó entonces un tsunami del cielo y la humanidad se vio, ahora sí, con el agua al cuello, por lo que se suspendió el acabose; organizar un apocalipsis acorde al canon lleva tiempo y para cuando concluyesen los preparativos estaríamos todos ahogados. Después, visiblemente enojado, el Jefe nos pidió explicaciones. Los de Fulanito me señalaron sin dudarlo y su orden fue tajante: “Llevadlo al limbo, por pasarse de listo”.
“¡Váyase al infierno!”, exclamé. “Con lo ilusionado que estaba por haber resucitado”.
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Deberíamos tenerlo claro, pero tu imaginativo relato lo corrobora: nunca llueve a gusto de todos, tras la alegría puede llegar el llanto, todo es voluble y muchas cosas se nos escapan, y, desde luego, nadie está libre de nada.
Un abrazo y suerte,Javier
Vaya lío de apocalipsis, está claro que al sumo hacedor no le gusta que ningún muerto tenga iniciativas. Los unos por los otros y todo “ a la mierd…”
Un relato loco, loco, loco, con mucha imaginación y un final muy afinado.
Javier, qué bueno, me he divertido mucho leyéndolo, desde el principio con la cancelación del Apocalipsis y ese toque de humor negro. No le falta detalle.
Un abrazo y suerte.
Apocalipsis cancelada pero la que lía Menganito es buena, el Diluvio universal, de este no se libra ni Noé. Gran final lapidario con destino hacia el mismo infierno. Genial, Javier.
¡Abrazo!
Gracias por leer y comentar. Aunque no lo creáis la frase inicial se basa en un hiperbreve de Monterroso, al que se le ha añadido lo que dice Melquiades en uno de sus regresos a la vida en Cien años de soledad: no soportaba la soledad. Y con ese traje solo había que tirar del hilo..
¡Saludos!