27. De cómo acallar voces y ser el mejor sin lograrlo (Ana Tomás García)
Félix José Buenaventura de la Paz y la Concordia oía voces. Unas veces eran quejas, otras veces discusiones, casi siempre insultos y malas maneras. Al principio se puso a tocar el violín para acallarlas, pero el ímpetu hacía que sobresalieran a las notas. Descubrió que todos y cada uno de los vecinos de Villa Disputa de la Tormenta vivían enfrentados en un altercado permanente: Que si mírame y no me toques, que si no te cruces en mi camino, que si alcornoque, que si cebollino, que si gaznápiro, que si a ver si te arreo un mamporro… y por cada altercado fue añadiendo un instrumento en su propósito por silenciar aquel tormento.
Al final se convirtió en el famosísimo y más virtuoso hombre orquesta que hubo en el mundo, y como su arte era reclamado por todo el globo terráqueo y sus giras no tenían fin, nunca más volvió a Villa Disputa de la Tormenta, por lo que dejó de oír las voces de sus paisanos, que no las del resto de las demás gentes, que esa era otra, pero bueno, cargar con semejante número de instrumentos y hacerlos sonar melódicamente ya tenía su mérito.
Como homenaje a la música, y como forma de comentario alternativo, quiero compartir con vosotros una canción que esté relacionada con algún aspecto de vuestros relatos. Espero que te guste la que he elegido para el tuyo.
REVEREND AND THE MAKERS – Noisy neighbour
https://youtu.be/LE713IN8HKw
Me gusta ¡gracias, Rafa!
Nunca se sabe cómo llega una persona a centrarse en hacer aquello para lo que, posiblemente, haya nacido, como es el caso de tu protagonista. Si no hubiese tenido unos vecinos tan ruidosos y pendencieros se habría dedicado a obra cosa.
Un relato sobre los cambios de los que se vale el porvenir o a saber qué o quién, para conducirnos por una vereda u otra.
Un abrazo, Ana. Buen verano y suerte.
Gracias, Ángel, a veces solo necesitamos un detonante para que el genio dentro de nosotros se haga visible.
¡Saludos!