47. De cuando el ingenioso hidalgo Miguel de Cervantes cambió definitivamente la espada por la pluma (Juana Mª Igarreta)
El sol franqueaba tímidamente el alto ventanuco de la celda donde el reo Cervantes, pluma en mano, azuzaba su imaginación para huir del frío y el hambre. Ensimismado, pensaba que las musas son seres caprichosos, que tan pronto acuden solícitas a quien las convoca, como que inclementes lo abandonan en un inmenso páramo.
De repente, su maltrecha mano izquierda, honroso trofeo lepantino, interceptó el escaso haz de luz. La sombra alargada que aquella suerte de rígida garra con el pulgar enhiesto proyectaba sobre el desconchado de la pared, evocaba la silueta de un escuálido caballero andante a lomos de un consumido rocín; uno de esos ilusos aventureros que últimamente abundaban por los caminos siempre dispuestos a reparar agravios ajenos, soñando de esta manera poder alcanzar algún día el honor y la gloria personal.
Hechizado con el juego de las sombras, Cervantes ahuecó su mano diestra sobre la siniestra en vertical, dando vida a un panzudo individuo al que designó oficio de escudero, pero con pretensiones de gobernador insular.
Luego, tras bautizarlos con la tinta de su pluma, don Quijote de la Mancha y Sancho Panza iniciaron la brillante gesta de recorrer los senderos literarios a través de los siglos.
Cierto que las musas son caprichosas, hasta el punto de escamotear su visita en algún momento al mismísimo Cervantes, pero también es verdad eso que se atribuye a Picasso, de que «cuando vengan, que me encuentren trabajando». Lo que está claro es que un autor tan talentoso e «ingenioso» necesitaría poco para crear genialidades, apenas un par de sombras.
Una historia que.bien podría haber sido así.
Un abrazo y suerte, Juana
Hola, Ángel, dicen que a veces la adversidad agudiza el ingenio. La vida de Cervantes fue de todo menos tranquila y aburrida. Aunque estoy segura que le bastaba nada para poner en marcha su brillante imaginación. Por eso pensé que en las diferentes ocasiones que estuvo preso, su mente sería un hervidero de ideas. Muchas gracias por tus palabras. Otro abrazo de vuelta.
Igual hay que modificar la Wikipedia y colocar a Cervantes como el precursor del teatro de sombras, modalidad carcelaria. La inteligencia crea recursos de la nada, si es necesario. Un relato fantástico muy creíble.
Jajaja, seguro que en los largos tiempos que estuvo encerrado habría probado de todo, además con su inmensa creatividad…
Muchas gracias por tus palabras, Edita. Saludos.
Podría ser las historia original en la que se gestó el libro, quien sabe.
En todo caso, me ha resultado una narración impecable!
Vete tú a saber cómo germinó esa brillante semilla. Mil gracias por lo de «narración impecable», es todo un regalo para mí. Un abrazo, Rosa.
Hola, Juana. Está visto que la inspiración, por muy esquiva que sea, puede venir en cualquier momento y de cualquier lado, incluso de las sombras chinescas… ¿O debería decir «cervantinas», más bien? 😉 Sí, cervantinas, definitivamente, y tanto, que me pude imaginar las siluetas de El Quijote, Rocinante y Sancho perfectamente recortadas en ese haz de luz… Parece mentira que algo tan hermoso pueda salir de algo dañado como la mano del «Manco de Lepanto», y eso, a mi parecer, hace a la historia aún más hermosa…
Me ha parecido sumamente original.
Un abrazo y suerte para vos,
Mariángeles
Hola, Mariángeles. Qué bien haber activado tu imaginación hasta lograr ver en la pared las sombras de estos ilustres personajes cervantinos. Y de que aprecies la idea de que de la sombra de su mano deformada Cervantes lograra el primer brote de inspiración de la obra. Era mi voluntad y me alegra que me lo digas. Muchas gracias por tus siempre interesantes y generosos comentarios. Besos y suerte también para ti.
Juana, qé bien has contado el posible origen de esta obra universal. Hasta yo he visto las sombras sobre la pared. Chulisimo.
Un abrazo y suerte.
Pues qué puedo decirte, Rosalía, que me alegra un montón saber que te ha gustado mi ocurrencia y me lo digas. Muchísimas gracias y otro abrazo para ti.
Magnífica precuela de «El Quijote». ¿Y por qué no? A lo mejor así surgió la idea. Verdad o no, resulta muy muy bella.
Ya que nunca sabremos cómo tuvo una idea tan genial, algunos nos permitimos jugar a las adivinanzas. Y si a ti mi propuesta te parece «muy muy bella», sólo me queda agradecértelo y decirte que me ha hecho mucha ilusión tu comentario. Un abrazo, María.