35. DEMENCIA
Sentada en la mecedora acunaba a su bebé, arrullándolo suavemente con nanas dulces y gastadas. «Mira qué bonita es mi chiquitina. Tiene ojitos marrón coca cola como los míos», decía. Y le daba besitos en la frente mientras se reía y preguntaba con esa voz tontorrona que se usa para hablar con los bebés: «¿Quién es la cosita bonita de mamá?»
Él dejaba pasar la tarde ojeando el periódico. De vez en cuando levantaba la vista para comprobar si estaba bien y para observarla. Le gustaba ver a su madre así de contenta; con sus ojitos marrones chispeando de nuevo. Cuando llegó la hora de dormir ayudó a la anciana a colocar el muñeco en la cama y a acostarse con él. Colocó bien el edredón, pasó con cariño la mano por su pelo y la tranquilizó: nadie iba a quitarle a su bebé. Este ya no se lo iba a quitar nadie.
Cariño, ternura y pena por los cuatro costados. ¿Quizás felicidad también?
Hola, Edita:
yo creo que sí, que también hay felicidad: puede que ese bebé de juguete que hace feliz a la mujer no sea de verdad pero la felicidad que siente sí lo es. Y su hijo también puede sentir cierta felicidad o por lo menos consuelo al ver que su madre, que ya no es la persona que era, está contenta. Quería recoger todo lo que recoges en tu mensaje y me hace mucha ilusión que lo pusieras. Muchísimas gracias por tu comentario. Besos
Tierno y emotivo relato, muy bien trabajado. Me ha gustado mucho, felicidades. Saludos
Me alegro mucho de que te haya gustado. Muchísimas gracias por decírmelo, Pablo. Besos