40. Depravado (Alberto Jesús Vargas)
Le había vuelto a pillar. Esta vez intencionadamente. Se levantó de la cama sin hacer ruido y se acercó sigilosa como una felina dispuesta a cazar a su presa. Sentado frente al ordenador y de espaldas a la puerta no resultaba difícil sorprenderle mirando otra vez las dichosas fotos, con la mano derecha agarrando el ratón mientras que la izquierda la ocupaba en lo que por el movimiento rítmico del brazo se podía deducir. Sintiéndose humillada le llamó baboso, depravado y no reparó incluso en decirle que sentía asco por estar casada con un tipo así. Él, avergonzado, le pidió perdón y le prometió que borraría para siempre esas fotos íntimas en las que ella posaba provocativa y exuberante, solo para él, treinta años atrás.
Breve y sorprendente. La vergüenza en estado puro aparece en este hombre, sorprendido por su compañera en actividades muy vergonzantes, con las que haría honor al adjetivo que da título al relato. Sin embargo, ella, personaje ofendido, no le va a la zaga, pues tras conocer de quién eran esas fotografías no solo habrá de tragarse su ira, hasta entonces justificada, sino pensar en los motivos por los que él actúa de esa forma. Tal vez es ella quien ha errado al haber disminuido la intensidad e ilusión de su relación, por permitir que se degrade debido a su falta de generosidad, cariño y entrega.
Una vuelta de tuerca magistral y, sobre todo, elegante, para una escena que no podía ser más incómoda y embarazosa. Una historia acorde con los temas propuestos, que también valdría para los anteriores, presididos por la pasión.
Un abrazo y suerte, Alberto
La verdad, Ángel, es que con el relato, en el que el protagonista pasa la vergüenza de ser sorprendido, he querido plantear un curioso triángulo con sólo dos personajes y una reflexión, que podría ser igualmente válida tanto para él como para ella, sobre la pasión, el deseo y el paso de los años. Gracias por tu comentario y un abrazo.
Buen giro final, Alberto! En tu relato se entrelee mucha historia de desencuentro en la pareja debido al paso del tiempo. Y es que el amor hay que cuidarlo siempre para que no se seque!
Un abrazo y suerte
Yo diría, Marian, que más que un desencuentro, que también lo hay, se produce una huida secreta del protagonista desde la triste realidad presente al esplendor del pasado que añora y del que ella formaba parte. Gracias por tu comentario y tus buenos deseos. Un abrazo.
Seguramente, ella se sentiría así no tanto por vergüenza sino más bien por desvalorización. Imagino que tendría celos de su propia imagen porque seguramente él ya no la miraba como entonces. Ahí estaba el problema, o eso creo.
Es muy original tu relato porque toca un tema que es para pensar. Los dañinos celos que hasta contra uno mismo se revelan.
Feliz noche, Alberto.
Me alegra mucho, Mercedes, que hayas captado tan bien el sentido que he querido darle a este relato. Es como si él estuviera siéndole de alguna manera infiel a su mujer con la mujer pletórica de juventud que ella misma fue muchos años atrás. Y ella, cuando lo descubre, llega a sentir celos de sí misma. Gracias por tu comentario.