38. Desde siempre. Para siempre (Rosy Val)
Se conocieron en el instituto y la universidad separó sus vidas. Años después, Julia se casaría con un aspirante que la acomodó como sus padres pretendían. A Benita, uno que decía amarla, la abandonó dejando su vientre ilusionado.
Hoy el tiempo las ha encontrado en un hogar para ancianos.
Pasan las tardes en la biblioteca. Julia desde su sillón se esconde tras su abanico. Benita no pierde detalle y disimula pasando las páginas de un libro.
Si la una se levanta la otra le sigue detrás. También al acostarse piensan la una en la otra. Julia promete que mañana se sentará a su lado; le dirá que sus ojos azules le recuerdan a alguien que una vez amó.
Mas esa madrugada la salud le dicta sentencia.
Una tarde más Benita acude a la biblioteca, pero hoy hace nueve días que nadie va tras ella. ¡Cuánto le pesa no haberle dicho a Julia que su cálida voz le recordaba a alguien que una vez amó!
Sin embargo, el desconsuelo y el alba se compinchan y citan a las dos amantes. De seguida, un par de margaritas deshojadas de vergüenzas cayeron del cielo y dos eufóricos «me quiere» estremecieron la residencia.
La vida nos une y nos separa, movida por hilos caprichosos y por prejuicios absurdos, pero los sentimientos auténticos, los que no son flor de un día, permanecen, por mucho que los cuerpos se estropeen.
Nadie debería nunca dejar de decir «lo quiero» a quien quiere, pese a quien pese y por encima de las circunstancias. Ir en contra de la naturaleza es un error garrafal. Tus protagonistas, al menos, tuvieron la suerte de volver a encontrarse, primero de forma huidiza, finalmente, para toda la eternidad.
Un relato sobre el amor verdadero, que va acompañado del adjetivo eterno, con un broche final, ya rotas todos los escollos, reparos y fronteras, que es una preciosidad.
Un abrazo y suerte, Rosy
Gracias, Ángel. Precioso es tu comentario, que además engrandece la historia.
Me encantó verte en tu «cuadradito», ¡qué gran invento esto del interné…! ;-):-)
Un abrazo grande.
Hay personas destinadas a encontrarse y también a reencontrarse, aunque haya tenido que ser en el más allá donde se hayan atrevido a mostrar con espontaneidad sus verdaderos sentimientos. Una historia dulce a pesar de todo, muy linda. Te deseo mucha suerte, Rosy. Un besuco.
María José, qué ilusión más grande la del domingo, haberte visto y además tan estupenda.
Agradezco infinito tu visita.
Un besazo grande, amiga.
Tu micro es la prueba más evidente de que nunca es tarde para el amor. Ahí seguían, los ojos, la voz y las persecuciones. Lástima que la universidad las separara… y es que el tiempo pasa tan deprisa…
Muy tierno y a la vez con mucha fuerza, tu micro.
Feliz noche y suerte.
Así es, Mercedes, Julia y Benita, nunca olvidaron ese amor que sintieron cuando jóvenes. Encontrase de nuevo, casi al final de sus días, es un regalo que la vida les tenía reservado.
Muchas gracias por pasarte por mis letras.
Un abrazo.
Cuando estas chicas se conocen y se atraen son muy jóvenes e inmaduras para saber interpretar y dar salida a ese sentimiento. Luego, la vida y sus convencionalismos las lleva por diferentes caminos que al parecer no fueron los más acertados. Cuando se reencuentran en la residencia confirman que esa atracción sigue viva, pero no se atreven a confesarlo. Y será tras la muerte de ambas cuando, al fin, se produzca esa declaración de amor. Así nos lo cuentan ese «par de margaritas deshojadas de vergüenzas» que caen del cielo. Un deseo cumplido que trasciende lo terrenal. Un micro que entristece en un principio, pero consuela con ese final reparador cargado de esperanza. Me ha gustado mucho, Rosy. Suerte y un abrazo-
Juana, ¡no será tuyo este relato y te lo he plagiado yo! jajaja. Has clavado la historia de forma tan exacta y certera que alucino.
Muchas gracias.
Un abrazo grande.
Precioso relato, Rosy, donde la vergüenza callada impide gritar ese amor. El destino, esquivo al principio, hace justicia en los albores de la eternidad. Un abrazo y suerte.
Salvador, encantada y super agradecida de leer tus palabras.
Un abrazo grande.
Un desde siempre y para siempre que atraviesa dos vidas y termina concretándose en la muerte. No es casual que las flores deshojadas de vergüenzas sean margaritas, ya que simbolizan la pureza, inocencia y el amor puro que Julia y Benita desde siempre se tuvieron y para siempre, en el cielo, se tendrán.
Un micro tierno el tuyo, Rosy. Me gustó leerte.
Cariños,
Mariángeles
Muchas gracias, Mariángeles, por haberte pasado por aquí, y dejarme tan bello comentario.
Un abrazo.
Qué bonito tu relato, Rosy, cuánta ternura desfila entre sus letras. Me gustado mucho esta historia, mucha suerte para ella.
Un beso.
Gracias, Paloma, qué ilusión me hace que te haya gustado.
Un abrazo grande.
Como dice el refrán, nunca es tarde cuando la dicha es buena. Aunque, por muy eterna que sea ahora esa felicidad, da pena que haya llegado tan tarde. Muy bueno.
Pues sí, Edita, tienes razón, es una pena que no vivieran su amor en vida.
Gracias por la visita.
Un abrazo