13. Detector de mentiras
Cada vez que rompíamos algo jugando a la pelota en el salón, mamá nos colocaba ante una máquina que si no decíamos la verdad, se iluminaba una bombillita roja. Con el tiempo supimos que se limitaba a accionar el interruptor hasta que finalmente confesábamos. También lo utilizaba con papá, las noches en que llegaba tarde del trabajo oliendo a perfume, pero en su caso sí le conectaba unos cables y no precisamente a la altura del pecho.
Hay mentiras, y mentiras, algunas, de efectos posteriores especialmente dolorosos. Un escarceo (vamos a llamarlo así) puede causar mucho daño a nivel psíquico en la persona que se siente traicionada. En el caso de tu relato, el dolor también es físico y afecta al mentiroso, en un espacio concreto y sensible.
Un relato muy divertido, con una supuesta «máquina» que no es tal, pero que funciona a la perfección para revelar los embustes.
Un abrazo y suerte, Raúl
No quisiera estar en el pellejo del marido.
Muchas gracias de nuevo, Ángel.
Contrasta muy bien la inocencia de los niños con la malicia de la madre y la estupidez del padre.
Así es. No le resultaba difícil a la madre saber quién había roto el jarrón.
Muchas gracias Edita.
La mamá controla y la esposa más, con métodos que rayan lo permitido. Esta pareja estaría mejor cada uno por su sitio.
Ay, me encanta esa madre, que sabe sonsacar a sus fieras hasta que confiesan. Lo del padre lo veo demasiado expeditivo: si hay aplicar esos cables en según que partes, mejor es cerrar esa puerta.
Muy divertido, y muy visual.
Un abrazo y suerte.
Sí, deberían separarse, cada uno por su camino si es que el marido después de ésto puede andar.
Muchas gracias Rosa.
La madre conoce muy bien a sus hijos. Parece que a su marido también.
Muchas gracias Rosalía.
No precisamente… Bueno, la máquina de la verdad, o de la mentira, puede tener muchos fines y muchos lugares donde colocarla. Brava esta mujer, a pesar de los métodos. Suerte, tocayo, el final deja esa trampa en la sonrisa tan necesaria. Un abrazo.
Ahora que lo mencionas, recuerdo un anuncio de teletienda acerca de unas ventosas que se colocaban debajo del pecho para lograr unas estupendas abdominales. Igual la bien intencionada mujer solo trataba de ayudar a su marido a lucir mejor. Jeje.
Muchas gracias, Raúl.