67. Distopía de sombras (Alberto Jesús Vargas)
Desde que se hizo la luz en el origen de los tiempos, las sombras, surgidas simultáneamente, siempre fueron obedientes y se limitaban a imitar toda la quietud o el movimiento que el objeto o sujeto al que estaban inseparablemente asociadas mostraba. Y así fue durante millones de años, sin que a nadie se le ocurriera cuestionar el que parecía un principio básico del orden universal. Sin embargo, no se sabe muy bien en qué momento, un grupo insignificante de sombras, reunidas a esas horas en las que la ausencia de luz las dejaba fuera de juego, comenzaron a conspirar y a difundir entre ellas su mensaje subversivo. El discurso que incitaba a tomar conciencia de su poder caló y en poco tiempo hubo un alzamiento de sombras que se rebelaron contra sus dueños, a los que desprevenidos ante el fulminante ataque, consiguieron doblegar. Hoy, las sombras dominan el mundo y somos todos, tanto los objetos materiales como los seres vivos y tangibles, los sometidos a su oscura dictadura.
No hay nada peor que decir de alguien que tiene mala sombra. La penumbra que todo lo siluetea simboliza, mejor que cualquier otra cosa, la parte oscura que nos acecha. Quizá intuimos el peligro que pueden llegar a suponer las sombras, pero, como las grandes crisis (guerras, pandemias, etc.), creemos tenerlas bajo unos límites que nunca van a cruzarse. Cuando una realidad perversa e insuperable se impone poco se puede hacer, salvo echarse a temblar.
Un relato muy imaginativo, con un futuro estremecedor, en el que la luz pasa a un segundo plano, sometida por una oscuridad de la que nada ni nadie está libre. Esta sofisticada dictadura no precisa ejércitos ni medios tecnificados para imponerse, basta con darle la vuelta a lo que conocemos. El escalofrío está asegurado.
Un abrazo y suerte, Alberto
En este juego de luces y sombras siempre damos por hecho que las sobras están sometidas a la luz pero ¿qué ocurriría si le damos la vuelta a esa premisa? En este relato he querido jugar con esa idea. Gracias, Ángel. Siempre tan certero en tus comentarios.