38. Doña Berta
El día que faltó un calcetín de los tendederos le echaron la culpa a Manolín. Encarna no tuvo dudas de que la travesura era obra de aquel gamberro que tenía por hijo. Don Anselmo, dueño del calcetín perdido, le quitó hierro al asunto cuando el chaval, aturdido por la bronca de los vecinos y los gritos de su madre dirigiendo la orquesta, se acurrucó en el hueco de la escalera y comenzó a llorar.
Al día siguiente fueron las bragas de la señora Felisa. Manolín ya estaba castigado y solo salía para ir a la escuela vigilado por su hermana mayor, cuando desapareció la camisa de los domingos de Federico, alias el Pisaverde. La escalera se llenó de juramentos e insultos; alguien vio brotar espuma por la boca del Pisaverde y también algún sapo y varias culebras. Encarna no pudo resistir más y la emprendió a golpes con aquel que había llamado a su niño hijo de la gran… Bretaña.
Con el acaloramiento que dan las trifulcas nadie escuchó una risita ni sintió el frío que bajaba por la escalera cuando el fantasma de doña Berta se dirigía al cuarto de las calderas para consumar su plan macabro y perfecto.
Un relato divertido con un broche macabro y perfecto… que nos deja con ganas de saber cuál será ese plan del fantasma de doña Berta. ¿Estás preparando ya la segunda parte, Almudena, quizás para la próxima convocatoria? Espero que sí.
Un abrazo.
Te puedes imaginar, un fantasma con mala leche en un cuarto de calderas nada bueno puede hacer.
Muchas gracias por tu comentario.
Un abrazo.
Algo tan inocente en apariencia como un calcetín perdido puede ser el comienzo de un plan maléfico, ideado por un espíritu gamberro, pero sobre todo, malévolo, consistente en sembrar cizaña, distracción y confusión, para ir in crescendo hacia algo mucho peor. El cuarto de las calderas en manos del espectro no presagia nada bueno para ese vecindario.
Un abrazo y suerte, Almudena
Gracias, Ángel, por tu comentario.
Así es se empieza por una tontería y se acaba haciendo algo grande.
Un abrazo.
Excelente. Doña Berta es una fantasma con un gran sentido del humor. Me encanta que el humor se pueda llevar más allá de la muerte… y fastidiar a los vivos un poco.
Gracias, Emilio.
Así es un humor muy muy negro.
Almudena, me parece un micro muy divertido, con ese tono doméstico y cotidiano y su pequeña multitud de personajes, en el que la acción va in crescendo.
Si Ana María quiere una secuela del micro, yo pido una precuela, para saber cómo fue la vida de Doña Berta en esa comunidad. Ahí lo dejo.
Un abrazo y suerte.
Gracias, Rosalía. ¡Qué buena idea la precuela!
Le daré una vueltecita.
Para que el fantasma de Dona Berta se ensañe de ese modo con la comunidad.(está claro que en el cuarto de calderas la “travesura” iba a ser de traca), como sugerencia a la “precuela”, doña Berta podría ser pin “mal bicho” o una “buena mujer” que fue maltratada por algunos vecinos del edificio.
En todo caso un “sainete” con final inquietante.
Pobre Manolín, lo que es la fama. Y doña Berta, mientras tanto, haciendo de las suyas. Toda una novela gótica en pocas líneas. Saludos y suerte.