75. Duelo final (La Marca Amarilla)
Matilde recordaba en silencio cómo se enamoró de Pascual, y lloraba. Le parecía increíble haber estado con él media vida y ser ahora viuda y madre de tres huérfanos. Pero la vida pone y quita, tiene entresijos ocultos, misterios inexplicables y secretos que acompañarán al amortajado. Matilde veía a sus hijos llorar y no sabía qué pensar, casi todos maldecían a la enfermedad que se había llevado a Pascual. De tanto en tanto, entre ánimos y consuelo de amigos y familiares, Matilde se excusaba para ir al pequeño aseo que se encontraba junto a la sala, cerraba la puerta y mirándose al espejo, observando sus veladas cicatrices, sonreía y sentía, sonrojada, cómo le invadía una alegría que debía ser -por fin- felicidad.
Cuando muere una persona parece que se tiende un velo intangible, pero cierto, que oculta sus defectillos. Sin embargo, todo tiene un límite y hay imperfecciones difíciles de olvidar, además de intolerables, de ahí la alegría liberadora de esta buena mujer al verse emancipada de acoso y maltrato.
Un relato muy bien formado, sutil y elegante, que solo nos revela su verdadero sentido cuando habla de «cicatrices», algo que dejas caer sin que casi nos demos cuenta, aunque se trata de una auténtica bomba.
un abrazo, suerte y a por 2022.
¡Campeón!
Muchas gracias, Ángel!!
Por tu comentario y tu análisis tan acertado!!!
Feliz año para ti y los tuyos!!
Nos seguimos leyendo!!
Saludos!! 😉
La aparente antítesis entre muerte y felicidad, el contraste de una emoción con la situación que la provoca, y todo ello narrado con sutileza elegante. Ella llora al recordar un momento feliz(cuando se enamoró de él), pero sonríe ante su muerte. Esas dos notas y unas cicatrices veladas nos explican una vida de maltrato.
Muy buen relato.
Suerte y abrazos,
Gracias por el comentario, Anna!!
Acertadísimo!!
Feliz año!!
Salud!! 😉
Igual que ocurrió en su vida, Matilde continúa escondiendo las cicatrices del maltrato conyugal. No dijo nada en su momento y tampoco lo dice ahora pero es feliz al ver que todo a terminado. Los buenos recuerdos siguen, los malos se irán a la tumba. Esas cicatrices que dan un giro inesperado al relato, están introducidas magistralmente, Pablo. Suerte, feliz año y abrazos.
Feliz año, Rafael!!!
Gracias por el comentario!!
Salud!! 😉
Perdón: Marca 😉
Felicidades. Un relato que sugiere magistralmente lo que ocurre en el fondo, tras los parabienes de un velatorio.