54. Efecto letal (Alberto Jesús Vargas)
Su marido me contrató para que la vigilara. “La dejo demasiado tiempo sola y no me fío”, me dijo. Cuando me mostró su foto deseé fervientemente que aquella Rita Hayworth de mirada peligrosa estuviera dispuesta a ser infiel con un tipo como yo, un triste detective que pretende parecerse a Humphrey Bogart.
A ella no quise engañarla y desde el primer momento puse las cartas sobre la mesa. Su despecho facilitó que nos hiciéramos amantes y tras algún tiempo jugando a dos barajas, comprendimos que su marido estorbaba para nuestros planes de futuro. El arsénico, nuestro cómplice perfecto, suministrado en pequeñas dosis fue ejerciendo su efecto letal. Fatiga, inapetencia, hipertensión… Pero el muy cretino, achacándolo todo a la ansiedad provocada por sus turbios negocios, decidió liquidarlos y dedicarle más tiempo a ella. Para empezar, se marcharon juntos a pasar un par de semanas en el mejor balneario de Hot Springs.
A su regreso a Chicago, hace solo tres días, la encontré exultante, con un brillo distinto en los ojos. Yo, loco de celos, dejo escrito este relato ahora que me siento morir tras beber de esa botella de bourbon que, escondida en la maleta, me trajo como souvenir.
Está claro que tres son multitud y que las costuras tienen que saltar por algún lado. Lo sorprendente son las vueltas que puede dar la existencia y cómo un intento de asesinato vuelve a unir a una pareja, disipando su desamor y volviendo el efecto contra el ejecutor, convertido en cazador cazado. El amor es tan caprichoso como la pasión, siempre dispuesta a cambiar de brazos y a asociarse con otros intereses.
Un relato muy visual, de ritmo casi cinematrográfico, que parece pedir una versión en imagen, con autores a la altura.
Un abrazo y suerte, Alberto.
Si, eso de evocar en los personajes a esos actores es una manera de situar la historia en un tiempo y en un estilo y sobre todo he intentado hacer un pequeño homenaje al cine negro. Muchas gracias, Ángel por tu comentario.
Negro final para este relato negro. Un detective utilizado para reavivar las llamas de un amor conyugal; ¿por el marido?, ¿por la mujer?, ¿por los dos?. A Bogart no sé, pero a Jack Nicholson le hubiera pasado igual. Un buen relato de género, sin duda.
Un beso, Alberto.
Sí, María, aquí he querido montar un triángulo un tanto peculiar utilizando ciertos mimbres del cine negro. Bien mirado, de ahí podría sacar una novela, aunque ¿para qué contar en una novela lo que se puede contar en un microrrelato? Gracias por tu comentario, María. Un abrazo.
Vaya relato te has traido bajo los canones más negros. Sólo faltó el humo del cigarro. Buena suerte Alberto, abrazos
Muchas gracias, Montesinos. Es un relato demasiado breve cormo para poder alcanzar un clima intenso, pero al menos espero haber conseguido dar alguna pincelada con acierto. Un abrazo.
Hola Alberto,
Me parece una pequeña-gran historia muy bien escrita y su lectura es rápida, fácil y dinámica. Este micro de genero negro podría haberse solucionado creando una nueva relación poliamorosa y tal vez no hubiera hecho falta el veneno…o tal vez no había salida. Lo he leído muy a gusto.
Gracias por tus elogios, Isabel Cristina. Como he querido escribir una historia de amor un tanto negra en el Chicago de los años cuarenta del siglo pasado, me venía muy bien utilizar un triángulo tan peculiar. Me alegro que te haya gustado el resultado. Un abrazo.
Buen relato negro con un Bogart trasquilado, en un giro inesperado. Muy bien narrado y con intriga. Suerte con él. Un abrazo.
Ese efecto letal que da título al relato tiene más que ver con la peligrosa protagonista que con el arsénico. Gracias, Pablo por tu comentario.
Parece que los amores de ella son otra cosa, no amor. Y que su marido sabe latín.
Nos ha salido un Bogart caído en desgracia.
Muy chulo ese aire de película de cine negro, que le viene que ni pintado y que hace que todo el micro se lea (más que muchos) en blanco y negro.
Felicidades!
Me alegra mucho, Luisa, que hayas leído el relato en clave de blanco y negro. Fue así como lo concebí y así como traté de escribirlo. Muchas gracias por haberte tomado tu tiempo para leerlo y comentarlo. Un abrazo.