52. El abuelo (Rosy Val)
Ya no te acuerdas cuando la sentabas en tu regazo y cantabais vuestra canción, la que compusiste para ella. Cuando tus manos le regalaban cosquillas y guiños cómplices tus pestañas. Del pan con chocolate al salir del colegio, de vuestras caminatas entre flores, del romero y el tomillo en tus bolsillos.
Ahora tu mirada se pierde antes de encontrarse con la suya. Y desde que se ausentaron en tu boca las palabras, y la sonrisa en tus mejillas, hay una indiferencia que le daña. Por eso, a veces, le dan ganas de no volver.
Como cada tarde en la que nunca la esperas hoy no dormitas con la cabeza gacha. Hoy la presientes, la ves llegar. Tus manos tratan de palmear rítmicas en tus rodillas; tu voz, de nuevo inquieta, quiere sonar. Apenas unas décimas de segundo y vuelven aquellas inconfundibles notas. A sus ojos se asoman felices las lágrimas. En los tuyos hay incertidumbre y miedo. Miedo a que no vuelva.
Un abuelo que ha sido feliz con su nieta, von la que compartió momentos que valen un tesoro. Un deterioro físico cruel ha afectado a sus recuerdos, a todos menos a uno, al que se aferra por miedo a perderlo. Una etapa llena de cuestas abajo y tenores: al olvido, a la soledad, a dejar de ser el que fue, a que quien tanto le quiso deje de hacerlo porque ya no es el mismo.
Un relato llebo de realidad, que puede ser muy dura, pero en la que el cariño aflora pese a todo.
Un abrazo y suerte, Rosy.
Un abuelo que lucha, a pesar de su enfermedad, para que su nieta nunca deje de visitarle.
Una vez más, gracias por tu visita.
Un abrazo grande, Ángel.
Rosy, es terrible ver a tus mayores ir perdiéndose, convertirse en un cuerpo hueco, sin los recuerdos que nos hacer ser como somos.
Me ha emocionado mucho ese reencuentro, y espero de corazón que no sea el último.
Un abrazo y suerte.
Que te haya emocionado, ese era el propósito. Mil gracias, Rosalía, por dedicarme tu tiempo.
Un abrazo.
Hola Rosy:
El instante efímero de una memoria que, en segundos, volverá a perderse. Pero que, de alguna manera, lucha por volver a esa conexión abuelo-nieta.
Precioso y emocionante.
Enhorabuena y un abrazo
Hola, Alberto, emocionada yo, por tu preciosa reflexión.
¡Gracias!
Un abrazo.
Una historia por desgracia bastante cotidiana, pero no por ello menos dolorosa. Qué triste es la pérdida de memoria, para el que la padece y también para los que le quieren, pero lo has descrito con gran delicadeza, belleza y ternura. Me ha gustado un montón, muchas felicidades!