35. EL CARTERO
Me pregunta si traigo alguna carta de los chicos de arriba. No sabe nada de ellos y está preocupada. Faltó dos días para visitar a su hermana y cuando volvió ya no estaban. Es muy raro que no se despidieran -dice-. Al principio no vio con buenos ojos el trasiego de gente joven por la escalera, y es que tenían un conjunto o algo así porque venían amigos y los oía cantar y tocar la guitarra -vuelve a contarme-. Una vez subió a quejarse del ruido, pero ellos se disculparon y le dedicaron una canción en inglés. No entendió nada, pero le hizo mucha ilusión que se llamara como ella. A pesar de sus melenas -opina- resultaron muy majos y formales. A menudo les subía comida; siempre hacía de más y ellos estaban tan delgados…¡Gracias, doña Lola, LololoLolaaa!
Ahora -suspira- esa cantinela no se le va de la cabeza.
La vieja estúpida ignora que con sus chácharas me hizo sospechar de sus queridos vecinos. Que al entrar en el piso descubrimos una “vietnamita” y propaganda subversiva. Que al final, también nosotros logramos que “cantaran”. No imagina quién soy en realidad. Yo, el amable cartero que la escucha.
Como homenaje a la música, y como forma de comentario alternativo, quiero compartir con vosotros una canción que esté relacionada con algún aspecto de vuestros relatos. Espero que te guste la que he elegido para el tuyo.
THE OFFSPRING – The kids aren’t alright
https://youtu.be/ha7YRNAuuzM
Un mundo en el que nada es lo que parece, con unos jóvenes quizá algo irreverentes, pero simpáticos y educados, que además de músicos, son activistas políticos. El cartero, que parece un hombre que sabe escuchar, es un infiltrado de la policía política. En medio de todo ello, una anciana entrañable que termina por tomar cariño a sus vecinos y se preocupa por ellos si faltan, o les lleva comida.
A pesar de la diferencia generacional comparten gustos musicales. Es lógico que la canción «Lola» que le dedican, si es la de The Kinks, no se le vaya de la cabeza, porque es de esos temas que, una vez que se escucha, es difícil de olvidar. Poco imaginaba que, indirectamente y con su mejor intención iba a causarles un mal, iban a terminar «cantando», pero de otra manera, ante la autoridad.
Un relato en el que cada lector puede sentir más o menos simpatía por unos personajes u otro, aunque creo que, en general, es más fácil empatizar con los jóvenes, sean cuáles sean sus actividades y, por supuesto, con doña Lola.
Un abrazo y suerte, Paloma.
Es verdad, Ángel. Qué torpe he estado. Bueno, pues gracias a ti, a Paloma y a su cartero les vamos a dedicar dos canciones.
THE KINKS – Lola
https://youtu.be/LemG0cvc4oU
Muchas gracias Rafa por tus estupendas propuestas. Yo tenía en la cabeza la Lola de los Kinks que era una canción de moda en esa época de DGS, policía política y resistencia juvenil, pero me ha encantado también «The kids aren’t alright
Creo que estás haciendo un gran trabajo proponiendo canciones para todos los cuentos, seguro que a todos nos hace muchísima ilusión. Gracias de nuevo.
Tú.no estás torpe nunca, Rafa, al contrario. Estás haciendo una labor estupenda, a la vez que original, que, como bien dice Paloma, a todos nos hace mucha ilusión.
Mil gracias.
Gracias Ángel por tu comentario. En efecto, nada es lo que parece: ni el cartero solo lleva el correo, ni los chicos solo son un conjunto musical, ni doña Lola es consciente de las consecuencias de sus inocentes cotilleos. Espero que nadie empatice con el abominable cartero.
Un abrazo.
Sorprendente microrrelato policiaco. Nunca se dijo más con menos… Mucha suerte…
Muchas gracias, Jesús
La vida tiene sorpresas y, con frecuencia, utiliza a la gente más inocente para desvelarlas. Pobre mujer, no imagina el papel que ha tenido… se le coge cariño al describirla.
Un saludo, Paloma.
El contraste entre la ingenua vecina y el oscuro cartero oscurece la cuerda argumental que acaba estrangulando a esos jóvenes detractores. La sórdida habilidad humana de poner en contra del cándido su buena voluntad queda magníficamente retratada en esta historia con deliciosos toques costumbristas.
Me ha gustado mucho, Paloma.
Un abrazo.