Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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09. EL DÍA DEL ECLIPSE (IsidrøMorenø)

Casi a diario coincidían en el mismo ascensor del edificio de oficinas. Dos almas cercanas en un diminuto espacio. Un “buenos días”, un cruce de miradas mustias y unas forzadas sonrisas con intento de disimular esa amarga soledad que, a veces, es capaz de unir incluso a extraños.

El día del eclipse, sin rasgar el silencio aún, los mismos ojos emitían miradas diferentes a las de mañanas anteriores.

Una semana después del eclipse, tras un amanecer dorado, las extrañas almas del ascensor se fusionaron en un cálido y sentido abrazo de siete pisos de duración.

Tres meses después de aquel día, se siguen viendo en el hall del edificio, se buscan con la mirada, esperan para poder subir solos, se hablan con los ojos, se adentran, se cierran las puertas, se abren los corazones, no hay beso, no hay sexo, solo el desgarrador deseo de abrazar y ser abrazado hasta la planta veintidós y bajada a la séptima.

Hace unos días, ambos han interrumpido su medicación de ansiolíticos por depresión y abatimiento y, aunque no creen en la magia del eclipse, sí creen en el lenguaje de la mirada y ahora perciben que sus ojos parecen más grandes. Incluso brillan.

10 Responses

  1. Rosalía Guerrero

    Pues no sé si el eclipse hizo su magia, pero desde luego cuántas cosas buenas pueden pasar en un ascensor. Tantas, como para curar una depresión. O dos.
    Me alegro por tus protagonistas.
    Un abrazo y suerte.

    1. Yo tampoco sé si el eclipse ejerce fuerzas influyentes, pero no queda más remedio que aceptar la existencia de fuerzas gravitacionales, invisibles pero atrayentes incluso a niveles cósmicos, así que, cómo no creer en la fuerza de la mirada y si además son dos miradas y si estas se encuentran una frente a otra… el resultado puede ser una fuerza de choque similar a una bomba.
      Muchas gracias, Rosalía, por tu comentario.
      Un abrazo y una mirada cibernética.

  2. Gloria Arcos Lado

    Isidro, no me cabe duda de que tus protagonistas darán un paso más y que acabarán dándose abrazos e incluso terminarán convirtiéndose en pareja. Si han conseguido terminar con algo que parece tan imposible como es una depresión también lo lograrán. Un abrazo

    1. Pues sí, quizás acaben como dices, porque una cosa lleva a la otra… una mirada, un sutil roce, un abrazo, unas miradas que se buscan, unos ojos que brillan, un abrazo… otro… bueno, no sigo.
      Gracias, Gloria por tu comentario. Me ha hecho mucha ilusión.
      Un beso y… un abrazo.

  3. Ángel Saiz Mora

    Un relato de altura, sin altibajos, aunque el ascensor, que sí que sube y baja, sea tan importante como los propios personajes.
    Todo tiene un comienzo. Es difícil saber y formular los motivos por los que dos personas conectan y congenian, puede que sea imposible, solo puede sentirse.¡, aunque tú sí que has sabido contarlo. Las palabras entre ellos vendrán después, o no, lo importante es la magia del hechizo, ese chispazo inicial irrepetible, el posible principio de algo ilusionante, al tiempo que el final de un infierno en su propia mente.
    Un abrazaco grande, Isidro, como tú.

  4. La energía ancestral de un abrazo, con su capacidad de condensar en silencio lo esencial de dos existencias en un breve instante, queda escrita en este bonito texto tuyo, Isidro.
    Me ha gustado mucho ese paralelismo con un eclipse; esa sombra impuesta que, aunque enorme y poderosa, acaba por desaparecer dejando el alivio de la luz recuperada.
    Un relato lleno de sensibilidad. Lo he disfrutado mucho, querido compañero.
    Un fuerte abrazo.

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