Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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35. El halo que te envuelve (MVF)

Puede que en algún momento. En esos momentos de espejo y cámara, entonces tan secretos. Por aquel entonces, no había redes sociales y la belleza de un encuentro se guardaba en la retina y en la memoria. Nadie iba por la calle con una cámara ni con un localizador en el bolso. Bien pensado, si en alguna charla de sobremesa a algún iluminado se le hubiese ocurrido anticipar tal futuro sería el hazmerreír de la fiesta. Pero, retomando el hilo del tema, puede que en algún momento, casi siempre a escondidas (íntimo instante enfocado a un sentimiento vano, quizás buscando el juego del coqueteo) se recrease en aplicar la sombra con cuidado sobre los párpados, el colorete o el perfil a los labios entreabiertos. Solo un momento. Por lo demás, le molestaba ese prejuicio tan grande que volvía las cabezas locas. Odiaba los piropos. El escrutinio gratuito, la devoción por lo visible, lo perecedero. Por eso, la cara de la Gioconda es la más ambigua de todas las caras esbozadas en lienzos. Porque ella misma se lo había pedido a Leonardo como condición: No pintes lo que ven todos. Pinta el halo de mi rostro.

 

 

6 Responses

  1. Ángel Saiz Mora

    El motivo por el que un cuadro triunfa, perdura y se convierte en patrimonio universal, entre tantos otros, es algo que, seguro, ni su propio autor ni su modelo pueden imaginar. El secreto es ese halo al que tan atinadamente aludes, un toque divino, que trasciende el momento y lo perecedero. Leonardo y esta misteriosa mujer dieron con la clave. Seguro que muchos artistas, estudiosos y simples profanos nos hemos preguntado el motivo de esa aceptación general, de la fascinación que suscita. No pintar lo que ven todos, ir más allá, es la respuesta. Tú lo has dicho muy bien. El que lo sepamos tampoco cambia mucho las cosas, es una fórmula difícil de conseguir que convierte esta obra en única.
    Un relato para la reflexión, muy bien envuelto en palabras.
    Un abrazo, Manoli. Suerte

  2. Muchas gracias, Ángel, por tus acertadas palabras. Vivimos en una época en la que el culto al cuerpo y el empeño en conservar la juventud y, por ende, la belleza, nos impide ver muchas veces la verdadera belleza en sí. Cuántas veces conocemos personas con halo, personas bellísimas al margen de sus rostros y/o cuerpos. Y al revés, cuánto molesta a veces que se nos juzgue por la apariencia, nos encasillen y no s etiqueten sin conocernos.

    La belleza, ese halo subjetivo, irreproducible a voluntad que un pintor capta y otro no, en realidad es algo que extraemos.

    Un gran abrazo y gracias porque nunca olvidas comentar un texto.

    1. Seguramente, Edita, tu madre tenía el halo que solamente las hijas que la adoran aciertan a plasmar. Y por eso el retrato de la Gioconda y el que pintasteis es igual en belleza, porque quizá aunque la belleza tenga muchas formas, posea el mismo halo.

      Bella anécdota. Gracias por compartirla y leerme.

      Un abrazo.

  3. La belleza de ese rostro no es la convencional, la externa, sino la del halo de su belleza interior, como bien apuntas. El misterio que la envuelve nos es desvelado en tu relato, Manoli.
    Muy bien elegida esa petición al pintor.
    Suerte y besos.

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