69. EL JARDÍN
Su jardín era lo que más amaba. Cualquiera podría pasear por él y pasarle desapercibidos los tallos nuevos de los geranios, los pocos milímetros que habían crecido las amapolas, el colorido sorprendente de las zinnias, el verdor incierto del naranjo o la aparición de una pequeña margarita, tímida, en el parterre de la entrada. Sin embargo, ella notaba cualquier sutil cambio. Su jardín era todo su universo: su guarida si estaba triste y su cómplice compañero de baile con el que cantar.
Lo amaba tanto que nada cambió cuando la sequía lo transformó en el páramo terroso y amarillento que es ahora. Sigue hablando a sus flores, acariciando pétalos y enredaderas que solo ella puede ver. Continúa caminando entre macetas y jardineras con esa sonrisa inexplicable que ninguno sabemos cómo logra dibujar.
Quizás es que no pierde la esperanza de volver a ver su jardín tal y como fue.
Yo tampoco, y es que esta mañana, mientras una gota de rocío resbalaba juguetona por el cristal de mi ventana, me pareció ver despertar a las presumidas rosas, a las margaritas remoloneando, como siempre, y a ella regando las plantas como un día cualquiera en su jardín.
Me asusta tu relato porque como ella tengo un patio lleno de plantas, a las que cuido con gusto, pero por las que temo a consecuencia del racionamiento del agua, que espero se retrase lo más posible.
Has expresado con delicadeza el amor que está mujer tenía a sí pequeño paraíso.
¡Hola, Rosa!
Muchísimas gracias por tu comentario. Los libros de Pia Pera (no sé si la conoces) me inspiraron este micro. Si te gustan los jardines te la recomiendo muchísimo. Me alegro mucho de que te guste.
Un abrazo.
Querida María, ese jardín tuyo parece vivo, incluso cuando muere o resicita… He podido sumergirme en él y en la mente de su protagonista y eso no ocurre con frecuencia.
Sin duda, este jardín que es ENTC necesitaba a una florecilla silvestre como tú… ¡Bienvenida!
Gran debut. Mucha suerte
¡Hola, Salva! Me alegro un montón de que te haya gustado y hayas podido entrar en la micro historia. Gracias por tus palabras y, sobre todo, por la motivación. Un abrazo.
PD. Gracias por lo de florecilla silvestre, yo normalmente me siento más bien un cardo o una patata, jejeje (es broma).
Maria, casi puedo las flores de tu jardín. Me gusta como haces «ondear» nuestros sentimientos durante la lectura: de la agradable sensación de un jardín florido a la pena por verlo reseco, para acabar con un gota de rocío que nos hace albergar esperanzas.
Un abrazo y suerte. ¡Y bienvenida a este rinconcito de internet!
casi puedo «oler» las flores!
¡Hola, Rosalía! ¡Muchísimas gracias por tus palabras! ¡Qué bonito comentario! Me alegro que te haya llegado esta pequeña historia. Mil gracias por la bienvenida. Un abrazo.
María, lo primero, bienvenida por aquí. Lo corriente suele ser que nos leamos y luego nos pongamos cara; en este caso ha habido otro orden y me alegra conocerte en los dos espacios.
La devoción de tu personaje por su jardín va más allá de su propia existencia física. Tu protagonista puede que no viva de forma realista, pero sí con ilusión, que no deja de ser el motor de la existencia.
Bienvenida de nuevo, un abrazo y suerte, María.
¡Hola, Ángel! Qué gusto conectar por aquí contigo. Estoy segura de que voy aprender mucho de todos los escritores que estáis aquí. Gracias por tus palabras sobre mi micro, me alegro de que te haya gustado. Nos leemos. Mil gracias por la bienvenida. Un abrazo.