70. El país de las maravillas
Han pasado los años y ella sigue hilvanando relatos de países remotos que no aparecen en los mapas. Nos habla de lugares atemporales donde los relojes marcan un tiempo infinito; de héroes, villanos, magos y princesas que no envejecen nunca. Sin poder evitarlo, se nos escapa de reojo la pena. Nosotras hace años perdimos el interés por las ilusiones vacías. Ahora caminamos deprisa, con la mirada puesta en construir un futuro.
Hoy la hemos visto hacer las maletas. Nos confiesa que se va con Alicia, a ese lugar al que nosotras jamás volveremos.
Qué magnífico relato, Elena, muchas felicidades.
Un fuerte abrazo
Gracias Javier. Sigo tus consejos y sobre todo tu ejemplo. Un abrazo enorme.
Las historias, la imaginación, la fantasía, son una válvula de escape más allá de la vida cotidiana, no siempre amable, ni mucho menos, con realidades como aristas. Tu protagonista se niega a abandonar ese mundo ilusionante aunque no sea real, de hecho, ha tomado la decisión de instalarse en él de forma definitiva, para envidia de los que quedan con los pies en el suelo, al amparo de la sensatez y el raciocinio.
Que no nos falten las buenas historias.
Un saludo y suerte, Elena
Irse con Alicia siempre es una opción. Esto sería si no muy aburrido. Suerte con el relato.
Gracias Ángel, lo cierto es que a mí también me da envidia mi protagonista. Echo de menos aquellos años en los que vivía en los libros. Literalmente. Leía y leía, y pasaba de ser una Mujercita a ser un Hobbit o Mendel, el de los libros. Ahora solo puedo ser Elena, que trabaja y es madre y padre a la vez, y solo tengo microrratos para volver a soñar. Un abrazo y mucha suerte a ti también.
Gracias Antonio, pues sí, menos mal que aún nos quedan los libros y el olor del papel. Suerte para ti también. Abrazos.