35. EL REGALO (Carmen Cano)
Hoy es día de Reyes. Laura se levanta y destapa con desgana sus regalos: un patinete, dos libros de cuentos, una muñeca y un pijama. Sonríe con tristeza.
Por la tarde le ponen colonia y el abrigo y la llevan a un edificio muy grande. En el ascensor suben familias con niños. Entran despacio en la habitación y allí está, tendida en la cama.
Se abraza a ella sin reparar en el regalo, una sillita de enea que lleva su nombre pintado de azul en el respaldo. Han pasado más de dos meses, un tiempo que no alcanza a calcular muy bien.
Aún tarda unos minutos en separarse mientras el corazón se le expande en el pecho. Al fin sonríe, ahora sí, con alegría. No mira la silla, aunque se la señalan, sino los ojos húmedos y el pañuelo que cubre la cabeza de mamá.
La Navidad y los Reyes Magos son para una niña motivo de ilusión y alegría, como no puede ser de otra forma. Sin embargo, sin respeto a su inocencia, la pobre ha tenido que aprender demasiado pronto, en cabeza ajena, pero cercana, que eso de «lo primero es la salud» no es solo un estereotipo, ni el recurso más socorrido cuando no nos toca la lotería.
Puede que suene a tópico, de ahí la dificultad de no caer en él a través de un relato: el mayor regalo es la vida y permanecer con tus seres queridos. Tú has sabido transmitirlo muy bien, con sensibilidad, en esta historia de alegría atenuada, de sentimientos agridulces, que combina maravillosamente tristeza y esperanza.
Un abrazo y suerte, Carmen
Se trata de una alegría atenuada. Para la niña los regalos materiales no significan lo que deberían ser, porque hay otro que desea mucho más. De ahí la conjunción de tristeza y esperanza.
Muchas gracias, Ángel. Un abrazo.
Buen relato en el que se entremezcla, la alegría de la sorpresa de Reyes y la realidad de la enfermedad de su madre en un día mágico para la infancia.
Muy conmovedor.
Suerte y un besito virtual
Muchísimas gracias por leer y comentar, María Jesús.
Besos de vuelta.
Muy bueno, querida Carmen, conmovedor e infortunadamente una triste realidad que cuantas personas pueden estar viviendo y la celebración, la pirotecnia y el comercio no hacen tan visible por estos días. Lo que más me agrada en especial es volver a leer tus textos que había extrañado. Un gran abrazo.
Muchas gracias por tus palabras, querido Luis Ignacio. Aquí estoy de nuevo.
Un fuerte abrazo.
El abrazo y la sonrisa de mamá son los regalos más invaluables y hermosos del mundo,máxime cuando esa mamá sufre de cáncer (me lo dice el pañuelo en su cabeza) y se es una niña que hace más de dos meses que no la ve… ninguna muñeca, ninguna patineta pueden reemplazarla, ni reemplazar la alegría del reencuentro.
Un micro agridulce, pero muy bello, Carmen.
Cariños,
Mariángeles
Así es, Mariángeles. Has sintetizado muy bien lo que he intentado expresar en el relato.
Muchas gracias por tus palabras. Besos.
Un relato escrito con la misma voz que usaría una niña pequeña que va al hospital a ver su madre enferma de cáncer (edificio grande y el pañuelo). Relato duro por la situación pero feliz por el reencuentro. Todo queda en el aire… o no. Enhorabuena. Suerte y abrazos, Carmen.
Me alegra que hayas subrayado la visión de la niña. Muchísimas gracias por tus palabras, Rafael.
Abrazos, salud y felices fiestas.