09. El regreso del avestruz. (IsidrøMorenø)
Fui bien acogido por el capitán y su tripulación. Pronto me puse al día con los noticiarios de a bordo. Comprobé que la crisis económica de 2008, lejos de superarse, continuaba lastrando a la población mundial, pero ahora acuciada por una crisis energética global provocada por la guerra de Rusia, afectando a las superpotencias mundiales y que amenaza otra gran guerra, quizás nuclear. También percibí el grado de infelicidad y miedo generalizado en la gente. Me parecía que todo el orden mundial estaba de borrachera.
Al segundo día de mi rescate, abandoné el pesquero. En la oscuridad de la noche lancé una zodiac por la borda. Con brújula y víveres, salté en busca del islote que me había acogido doce años, más como huésped que como náufrago. Allí mis miedos proceden de la naturaleza que me rodea y no de tiranos y otras mentes recortadas.
Llevo cinco días en la zodiac. Se acabó el combustible del motor. Apenas me queda agua. No encuentro ni rastro de mi isla. La brújula perdió el norte y gira como carrusel de tiovivo. No puedo creer que también se hayan cambiado los campos magnéticos; o es que quizás esté como el orden mundial, de borrachera.
Un náufrago es rescatado tras doce años. Lo que parece su salvación, solo le sirve para constatar que el mundo está peor aún que cuando lo dejó. Visto lo visto, ese periodo de retiro, al principio no deseado, impuesto por algún accidente marino, fue realmente un lujo, un tiempo en el que estuvo alejado del mundanal ruido de los hombres que, lejos de enmendarse, fue de mal en peor y con muy preocupantes perspectivas. Tanto es así que elige volver al islote solitario, que antaño fue su prisión. Como el avestruz, vivirá más feliz mientras no tenga noticia de lo que sucede.
Un relato de evasión, aunque los esfuerzos del protagonista acaben siendo estériles, pues en un mundo globalizado nadie puede escapar a las consecuencias colectivas.
Triste, apocalíptico y, por desgracia, posible. Somos una especie peligrosa, capaces de convertir eso que llamamos orden mundial en una pura borrachera. Esperemos que no y que nos sigamos leyendo.
Un abrazaco, artista. Suerte
Jo, Ángel, yo no lo hubiese explicado mejor! No se te ha escapado ni un detalle de la historia narrada ni de la no narrada. ¿Te he dicho alguna vez que you are the milk? Sí, tropethousands times.
Muchas gracias, querido amigo. No necesito suerte, con tus comentarios me es suficiente.
Dos abrazacos, ya sabes.
Magnífico relato y magnífica estudio el de Ángel. Yo quería decirte, Isidro, que seguramente todos nos hemos podido sentir así en muchas situaciones y momentos de vida. A mi me encanta disfrazarme de avestruz, sobre todo en verano (bastante tenemos con el calor en el sur del sur), y me niego a escuchar y ver las noticias de guerra, fuego, fuego y guerra…Aunque sé que mi mundo es irreal, necesito desconectarme. A veces, escribo un micro de pura fantasía y entretenimiento porque eso, también ayuda. Mi enhorabuena
Muchas gracias, Cristina, no solo por tu lectura y comentario, sino también por tu empatía, pues en igual situaciones cada cual lo siente y afronta de manera distinta al resto. Unos pueden considerar de cobardía la postura del avestruz, pero seguramente a esos es que les «resbalan» ciertas o todas las situaciones. Otros las interiorizan. A veces me gustaría que todo me resbalase.
Gracias. Un abrazo.
Muy buen micro Isidro. Coincido con los comentarios de Ángel e Isabel.
De hecho, todos tenemos nuestras estrategias para afrontar la realidad. Nos volvemos un poco ‘avestruz’. Enhorabuena. Me ha gustado.
También ocurre que, en este mundo globalizado, es muy difícil hacerte el avestruz, salvo que vayas de anacoreta y estoy seguro que hasta allá donde estuvieras, llegaría alguien a la hora de la siesta ofreciéndote los servicios de Jazztel, por ejemplo.
Muchas gracias, Cecilia, por leer y comentar.