16. El violinista
La primera en aparecer por el fondo del escenario fue la clarinetista Lilianne, que venía sin clarinete. Ese detalle, eso de que la clarinetista no llevase clarinete, nos pareció tan sumamente novedoso, tan sorprendente, tan chic, que la recibimos con una estruendosa ovación. Después apareció el contrabajista Yerik, también sin contrabajo, como si eso de aparecer sin el correspondiente instrumento hubiese creado tendencia. A Yerik también le ovacionamos, por supuesto. Y así fueron saliendo uno a uno todos los músicos, cada uno sin el instrumento que se le presupone, mientras el auditorio les recibía entusiasmado. Parecía que aquella sería una velada memorable hasta que asomó por un lateral el violinista Vladislav que venía, nada menos, que con un violín ¡Un violinista con un violín! ¿Acaso pretendía impresionarnos con su violín? Y seguro, que venía con la intención de tocarlo. A Vladislav lo echamos del escenario a pedradas, como es lógico: si hay algo que detestamos los espectadores de este auditorio es que venga de fuera un esnob a provocarnos.
No hay nada como crear tendencia, por extraña que sea, aunque se trate de lo contrario de lo que marca una mínima lógica. Cuando la excepcionalidad se convierte en usual, lo acostumbrado se vuelve ocasional y hasta enojoso. El pobre violinista tendrá que adaptarse o esperar a que cambie la moda y todo vuelva a su cauce. Solo queda saber cómo interpretarán ese peculiar concierto, aunque eso, a ese público tan necesitado de cosas diferentes, parece que es lo que menos les importa.
Un relato en el que el surrealismo se apodera de la realidad, donde lo asombroso se convierte en habitual y hasta en norma, todo regado con fino humor.
Un abrazo y suerte, José Manuel
Así es, Ángel, por no seguir una moda te puedes convertir en el raro de la noche a la mañana, somos así. Abrazo!
Hola, José Manuel.
Un relato muy original que, dentro del surrealismo que destila, puede servir de crítica a algunas modas absurdas que surgen.
Mucha suerte con él. Un cálido saludo.
Sí, se me ocurrió ayer después de ver un reportaje de la feria de Arco, no te digo más. Saludos¡¡
La música como sentimiento universal, vale aquí perfectamente para representar cualquier concepto. La innovación, el progreso, ya sea social, político o de cualquier índole. Hay algo o alguien que inicia la lumbre en la mecha. Luego vienen los seguidores, pero también hay dificultades, ideas contrarias (aunque fuesen convencionales) al surgimiento, que hay que vencer.
Estupenda parábola surrealista que habla de los granos de arena que hacen montañas y de los vientos que las mueven. Enhorabuena y suerte.
Muchas gracias, Juan Manuel, y como dices, los seguidores ¡Esos son los más peligrosos!! Saludos¡¡
Hola Jose, has reflejado una realidad que podría parecer extraña, pero detrás de esas palabras subyace, a mi modo de ver, el mensaje de que, a veces, las modas, juegan al absurdo y, cuanto más absurdo eres más en la onda estás. Por un momento he remomarado esas obras de teatro como ¿Quién es el señor Smith?
Te deseo suerte con tu micro. Feliz tarde.