Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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17. EN FAMILIA (Ángel Saiz Mora)

El último novio de Laura, al término de la cena de Nochevieja, quiso conocer mis propósitos con vistas al nuevo año. Le comenté ilusionado los planes para matricularme en una escuela de circo. Después me puse la nariz de payaso que siempre llevo encima. Mi proyecto de cuñado alzó mucho las cejas. Beber el último trago de su copa de vino tinto sirvió para que meditase bien la respuesta.
—El mundo del espectáculo es propio de personas de mal vivir —dijo al fin con una mueca de prepotencia.
Enseguida notamos las pataditas de mamá por debajo de la mesa para que nadie respondiera, al tiempo que, en un intento quizá de suavizar una situación tan incómoda, ofreció al impresentable la bandeja de dulces en la que solo quedaba un mantecado. Su rostro se encendió nada más probarlo, lo que fue motivo de carcajadas unánimes. Con la voz llena de fuego no dudó en definirnos como panda de fracasados.
Mi hermana le abrió la puerta de la calle. Todos aplaudimos su marcha, no menos que al abuelo, cuando extrajo del bolsillo una botellita de salsa con una guindilla de un rojo intenso en la etiqueta.

41 Responses

  1. ¿Lo mejor para dejar en evidencia y fuera de circulación a personas tóxicas y prepotentes como ese último novio de Laura? Sin duda, una botellita de salsa de guindilla. Hay personas (y personajes, como deja bien claro el micro) a las que es mejor perderlas que encontrarlas, jaja.
    Me gustó la complicidad de la familia (no exenta de esa vena cómica muy acorde al futuro artista circense) para escarmentar al «proyecto de cuñado».

    Los felicito a los dos: el abuelo de la historia y el autor del micro.

    Un beso, ÁNGEL.

    Mariángeles

    (PD: Sugerencia: sacále el acento a «llevó», para que quede en presente y no en pasado. Otro beso.)

  2. Ángel Saiz Mora

    El humor es una buena herramienta en cualquier época, quizá aún mejor cuando comienza un nuevo año, cargado, en principio, de posibilidades. También, como bien sugieres, aunque sea con ayuda de una botellita de salsa picante, puede ser una buena vara de medir a las personas, para detectar a las que no lo tienen ni entienden y poseen muchas papeletas para amargar a los demás.
    Me alegro de que te guste este episodio familiar, mil gracias por tu amable comentario y mil más por avisarme de la presencia de esa dichosa tilde, que se puso donde no debía y que he rectificado de inmediato.
    Un abrazo, Mariángeles

  3. María José Escudero

    Buena idea empezar este ENTColores con una historia divertida, Ángel. Y me voy a apuntar lo de la salsa picante, creo que es un excelente remdedio para ahuyentar seres con prejuicios. Un abrazo y feliz año.

    1. Ángel Saiz Mora

      Estoy de acuerdo contigo en que comenzar con humor es una opción saludable, a saber cómo seguiremos o terminaremos, pero eso vendrá después.
      La salsa picante puede ser una buena opción contra los invitados molestos, siempre que no les provoquemos una enfermedad, que tampoco es eso.
      Muchas gracias, un abrazo y feliz 2019, María José

  4. Jesús Garabato Rodríguez

    Hola, Ángel. Nos dejas una escena de lo más creíble. Y con muchos elementos: el típico cuñado que no le cae bien a su futurible familia (aunque en este caso parece estar justificado); esa misma familia, a una y sin grandes aspavientos, tratando de que las cosas vuelvan a su cauce; la hija que parece recapacitar… Como en otras ocasiones, le lectura de un relato me lleva a pasearme por otros caminos. En este caso y por ejemplo, si la actuación anómala de alguien en unas circunstancias no habituales o estresantes puede (o debe) «mostrar» como es en realidad (los nervios, el alcohol, el sentirse observado puede hacer que cualquiera haga o diga lo que no desea); como curiosidad, en mis buceos por youtube, en ocasiones, me han salido personas que se dedican a atiborrarse delante de la cámara (algunos con millonnes de visualizaciones) con hamburguesas, donuts… o, como no, con lo que llaman retos de picante. Menos mal que tu protagonista no era de esos, si no me da que iba a reírse el tío. Y como no aprendo, como Mariángeles, voy a hacer otra «sugerencia: creo que mal vivir en el sentido que aparece en tu texto se escribe «malvivir». Y aquí seguramente me meta en otro berenjenal «comil», creo que la última coma sobra, aunque uno quiera hacer una parada «de efecto» al leer la frase. No sé que opinarás, pero tal como está escrita da la impresión (exagerando, claro, porque en este caso no tiene sentido) del que lleva la guindilla impresa es el abuelo (o el bolsillo). Bueno, espero no haber metido demasiado la pata (cosa a la que estoy abonado). Suerte y un abrazo, Ángel.

    1. Ángel Saiz Mora

      Me alegra que esta pequeña historia, apenas una escena fugaz en el guión de una vida, aunque puede que decisiva, pueda conducir a diferentes visiones y caminos.
      Igual que a Mariángeles, agradezco mucho tu comentario, así como tu lectura atenta, que te ha llevado a detectar dos posibles errores subsanables. Conmigo no metes la pata nunca, no te preocupes, al contrario. En su momento consulté «mal vivir» y «malvivir» y opté por la primera opción, al no haber encontrado en ningún lugar que sea errónea. Es cierto que «malvivivr» es palabra aceptada por la RAE, por lo que me inclino a pensar que ambas son correctas. No obstante, pensándolo mejor tras tu apreciación, si se considera que «sinvivir» es correcto como palabra única y no por separado, voy a aplicar la misma política con «malvivir» y así me curo en salud. En cuanto a la última coma, estimé oportuno hacer una pausa para que la frase no resultase larga en exceso, aunque es cierto que aunque sería admisible como pausa respiratoria, quizá no lo sea tanto gramaticalmente, como tampoco necesaria para hacer un inciso. Así que, tomo nota y aplico tus agudas correcciones, que te agradezco mucho, insisto, al igual que tu comentario completo.
      Un abrazo, Jesús

      1. Ángel Saiz Mora

        No sé si leerás esto, Jesús. Si lo haces, quizá puedas ver que he vuelto a cambiar la expresión, para dejarla como inicialmente, es decir: «mal vivir». Me ha convencido de ello otro amigo, al explicarme que esta frase en concreto requiere un sustantivo y que «vivir» lo es en una de sus acepciones, pero no «malvivir», que solo sirve como verbo.
        Gracias por tu aportación, que sabes que valoro mucho, y no tengas ningún reparo en indicarme cualquier gazapo en el que pueda caer. Ser buen observador es una virtud que haces bien en compartir, que en mi caso acepto de muy buen grado porque sé que enriquece.
        Otro abrazo

  5. Este micro está que arde, jajaja. Vaya que buena ocurrencia la del abuelo y la tuya en particular narrándonos esta historia que bien podría ser un pequeño corto cinematográfico con toda su salsa y su enjundia.
    Salud y fortuna.
    Un abrazo Ángel. Feliz año nuevo.

    1. Ángel Saiz Mora

      La sabiduría de los mayores siempre debe tenerse en cuenta, también su iniciativa. Seguro que esa familia siempre recordará la escena como ejemplo de unión; seguro que el aspirante a entrar en ella tampoco la olvidará.
      Muchas gracias, Mercedes.
      Un abrazo y mis mejores deseos para el año recién comenzado.

    1. Ángel Saiz Mora

      Con no dejar indiferente ya me conformo. Me alegro si he arrancado al menos una sonrisa.
      Gracias por tu lectura y por tus palabras. Edita.
      Un abrazo

  6. Ante actitudes como esta, lo mejor es echar mano del sentido del humor. Has descrito en tu relato una escena demasiado frecuente, pero los protagonistas la han resuelto sin gritar.
    Buen relato. Te deseo mucha suerte.
    Besos muy apretados, amigo.

    1. Ángel Saiz Mora

      Como bien dices, el humor a menudo es una buena salida que evita males mayores. Los arrebatos, fruto del calor del momento, nunca traen nada bueno.
      Muchas gracias, Pilar.
      Besos

  7. Nuria Rozas

    Este abuelo era mi abuelo. Me ha encantado, se me ha hecho muy familiar y me he reído. ¡Qué más se puede pedir en tan poco!
    Saludos.

    1. Ángel Saiz Mora

      Los abuelos/as, personas entrañables y sabias donde las haya, con mucho que enseñar, aunque no se manejen bien con las tecnologías modernas.
      Gracias, Nuria
      Saludos y abrazos

  8. Esperanza Tirado Jiménez

    Y es que familia no hay más que una. Y a cada cual le toca lo que le toca. Muy divertida cena familiar.
    Yo también quisiera un abuelo o abuela así para toda la vida.

    Suerte Ángel

    1. Ángel Saiz Mora

      otras cosas se pueden elegir, a la familia que te toca en suerte o en desgracia, no. Con los proyectos de cuñados todavía hay un poco de albedrío. Un abuelo o abuela picantones, en el mejor sentido, serían una joya.
      Gracias, Esperanza. Abrazos

  9. Salvador Esteve

    Una familia que no duda en proteger a uno de los suyos, pero también en defender la dignidad de los sueños. Todo ello nos lo muestras con un toque de humor que ofrece la sabiduría de los años. Original, divertido y entrañable relato, Ángel. Un abrazo y suerte.

    1. Ángel Saiz Mora

      Has sintetizado la esencia del relato a la perfección. «La dignidad de los sueños» hubiera sido un título formidable, lástima que no se me ocurriera.
      Mil gracias, Salvador. Un abrazo y suerte también para ti

  10. Barceló Martínez

    Hola, estimado tocayo. El tema de los cuñados siempre ha dado para cortar mucha tela y, al final, es un poco como todo, cuestión de suerte. En este caso la suerte es haber descartado a tiempo a ese petardo.
    Desde que empezó 2019, tengo una especie de debate con compañeros y amigos de:»¿hasta cuándo es preceptivo felicitar el año nuevo?». Mi posición es siempre la misma, yo hago lo que me sale de dentro. Como me apetece desearte buenos augurios para todo el año lo hago y punto. Un abrazo.

    1. Ángel Saiz Mora

      Los cuñados dan mucho de sí y no solo ellos. Como bien dices, no se pueden elegir, en pocos casos como en el suyo la suerte o el azar es el elemento decisivo.
      Cuando era más joven, allá por el Pleistoceno, frecuentaba un bar de mi barrio con mis amigos. Un camarero nos felicitó el año a últimos de enero y nos lo tomamos un poco a broma, tanta, que en verano le decíamos también a él «feliz año». El otro día escuché en la radio que podría felicitarse hasta pasado el Día de Reyes, pero estoy de acuerdo contigo en que cada uno debe hacer lo que crea mejor, que suele coincidir con lo que le sale de dentro. Agradezco mucho tu lectura, tu comentario y tus buenos deseos, además de mandarte los míos encantado, junto con un abrazo

  11. Enrique Mochón Romera

    Cuántos ingredientes hay siempre en tus historias y que indefectiblemente hacen que estas sean sólidas y produzcan satisfacción en el lector. Encuentro complicadísimo lograr en tan poco tiempo que identifiquemos al “malo” y lo aceptemos como tal, algo crucial para que todo lo que llega a continuación, un compendio de buenos valores y de entrañable complicidad familiar -que se adivina que viene de largo-, tenga su efecto reparador. Relato redondo, en mi opinión, que además pienso que quedaría perfecto filmado como cortometraje.
    Enhorabuena, Ángel, y un fuerte abrazo.

    1. Ángel Saiz Mora

      Sin necesidad de explicaciones o preámbulos, el «malo» se define a sí mismo cuando lanza su dardo, anticipo de lo que puede ser capaz si se asienta en ese núcleo familiar, donde, de momento, solo es candidato. Por fortuna, hay detalles que dicen mucho de las personas. Su forma desdeñosa de actuar es todo un un aviso para navegantes; sirve para que el grupo, por iniciativa del más mayor y sabio, reaccione y lo expulse como elemento discordante y dañino.
      Si tú escribieses el guión de un eventual cortometraje a partir de esta pequeña historia, tendría garantías de éxito, no por el argumento, sino por la forma de contarlo. Yo lo dejaría encantado en tus manos.
      Muchas gracias, Enrique.
      Otro abrazo fuerte para ti

  12. Divertido y distinto a lo que solemos leer de ti. Está bien sacar a pasear ese lado «canalla». Te ha quedado perfecto y te agradezco infinito ese truco infalible.
    Un abrazo enorme, Ángel.

    1. Ángel Saiz Mora

      Imaginamos al proyecto fallido de cuñado cuando llegó a la calle, buscando un bar o una fuente para aliviar las llamas en las entrañas por la salsa picante. El otro fuego que seguro que también le devoraba, el del amor propio humillado (bien empleado le estuvo), es más difícil de apagar.
      Intento tocar todos los registros, a veces hasta «mato» gente, no creas.
      Muchas gracias, Rosy
      Ahí va un abrazo grande

  13. Por fin he sacado un rato para leer tu relato… Me ha divertido mucho esta muestra de costumbrismo postmoderno (¿navideño?) en el que las cenas familiares siempre parecen a pique de saltar por los aires… En este caso, el «proyecto de cuñado», ese personaje perfectamente diablee (y reconocible) ha tenido a bien ofrecerse a ser el blanco de todas las iras… Yo, personalmente, le hubiera echado en la comida, una buena dosis del célebre Evacuol, el súper-laxante de efecto inmediato y… catastrófico. Eso sí, retirando previamente el papel higiénico del WC, para rizarle un poco más los rizos al individuo… ¡Muy divertido y muy negro… de andar por casa!
    ¡Suerte y felicidades!

    1. Ángel Saiz Mora

      Me consta que hay algunos casos en que resulta injusto demonizar a un cuñado, que hasta los hay que son buena gente, pero es cierto que en una familia bien avenida precisan de un tiempo de adaptación y, si se lo ganan y tienen suerte, aceptación. El del relato tenía todas las papeletas para unir a la familia en su contra. Lo del Evacuol no hubiera estado mal tampoco, aunque después no hubiera sido nada agradable limpiar el baño
      Los procesos mentales cuando tratamos de contar historias son misteriosos, aunque eso lo sabes tú mejor que nadie, que a ti te conducen siempre por caminos increíbles. Esta me ha ha salido familiar, un poco para todos los públicos, aunque quizá también con algún toque picantón, en sentido literal.
      Mil gracias por tu lectura y por tus amables palabras. Salva
      Un abrazo fuerte

  14. Jajaja, qué buen relato, me ha encantado. Hay personas y en todas las familias algun@ despunta, que mejor es darles una patada en el culo, como hace la chica de tu relato. Lo malo es cuando ya es demasiado tarde y hay que aguantarles en cenas, comidas y festejos familiares. Una verdadero suplicio. Felicidades y suerte.
    Muchas gracias por tus bonitos comentarios. Eres una persona imprescindible entre los enticianos.
    Besicos muchos.

    1. Ángel Saiz Mora

      Mejor expulsar el mal a tiempo que tener que apencar con él después. La familia es una asociación necesaria, aunque en alguna ocasión y con algún miembro se pueda volver un poco cuesta arriba.
      Nadie es imprescindible en ninguna parte (salvo Jams aquí, en ENTC, él sí), yo menos que nadie. Es esta hermosa comunidad de intercambio de historias y letras todos aportamos y todos aprendemos.
      Me alegro de que te guste, Nani
      Besos

  15. Josep Maria Arnau

    Prepotencia en estado máximo la que tiene el “proyecto de nuevo miembro de un grupo social”. Su ceguera lleva, inevitablemente, a un castigo aplaudido. Tarjeta roja y expulsión. Me ha encantado tu relato, Ángel. Enhorabuena.
    Un abrazo.

  16. Ángel Saiz Mora

    Se lo había ganado a pulso y más vale rectificar a tiempo, aunque hay que reconocerle un mérito indudable: el de unir a todos en su contra. Conseguir unanimidades no es nada fácil hoy día.
    Muchas gracias por tu lectura y por tus palabras, Josep Maria.
    Un abrazo

  17. Dominique

    ¡Ay, quién tuviera un abuelo así para espantar a los cuñados de libro…! Simpático relato con más de un toque rojo…¡suerte!

    1. Ángel Saiz Mora

      Es más probable que haya algún cuñado que se parezca a éste tan impresentable, que un abuelo providencial como el esta historia. Si no existen abuelos así, habría que inventarlos.
      Muchas gracias, Dominique
      Un abrazo

  18. Elena Bethencourt

    Jajaja, ¡Qué familia tan singular! Y el abuelo dando ejemplo, claro, que para eso es el patriarca 🙂
    Saludos

    1. Ángel Saiz Mora

      Dicen que no hay nada como una familia unida. La verdad, hacen bien en defenderse de un elemento ajeno que, desde dentro, solo podría encizañar y destruir esa armonía envidiable. Creo que a muchos nos hubiera gustado un abuelo como ese.
      Gracias por tu lectura y comentario, Elena
      Saludos

  19. Jajaja. Pues a mí me parece una familia muy normal. Una gran familia unida, en la que cada miembro tiene su espacio (hasta los abuelos), su cometido, su personalidad, pero que eso, justamente, la hace más grande, más viva. Ahora bien, solo tienes que notar esa «patadita» materna bajo la mesa, para obedecer su orden. Sin palabras, sin rechistar, acatando su mando. Me encanta ese detalle, porque, personalmente, todavía lo experimento en casa, cada vez que nos juntamos toda la familia.
    Como siempre, Ángel, has creado un relato lleno de ternura y malicia, y chispa, y vivencias, y recuerdos, y sonrisas, y…
    Es una suerte leerte.
    Un abrazo grande para ti, Ángel.

    1. Ángel Saiz Mora

      Quizá antes las familias tenían sus papeles más definidos, al menos en teoría. Las de hoy son más diversas, pero en el fondo los papeles no han cambiado demasiado. Si las madres capitanean será por algo. Aún en la era digital los abuelos son fuente de sabiduría y tienen mucho que enseñar.
      Soy yo quien tiene la suerte de que me leas. Mayor fortuna es, si cabe, poder leerte a ti, de quien siempre aprendo.
      Mil gracias y otro abrazo grande, Amparo

  20. Blanca Oteiza Corujo

    Ángel, estupenda historia la que nos traes. Hay personas que su prepotencia las hace arrogantes. Seguro que Laura estará mejor sin él. Un aplauso por el abuelo y su botellita.
    Un abrazo

    1. Ángel Saiz Mora

      Laura y toda la familia estarán mejor sin ese personaje. No hay nada mejor que un abuelo sabio y decidido.
      Muchas gracias, Blanca.
      Un abrazo

  21. Mar Horno García

    He sentido envidia de esta familia, que pone a cada uno en su lugar. La risa siempre es una catarsis. Me ha encantado Ángel. Suerte.

    1. Ángel Saiz Mora

      Cada uno debería ocupar el lugar que merece, pero todos sabemos que no siempre es así. También es cierto que es cuestión de tiempo que a menudo la vida ponga las cosas en su sitio. Un abuelo ocurrente puede ser un buen instrumento para equilibrar con justicia.
      Agradezco mucho tu lectura y tu comentario, Mar.
      Un abrazo

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