Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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16. Comunicación (Luisa R. Novelúa)

Había conseguido sorprenderlos. No esperaban que los Reyes Magos se acordasen también de ellos. El cruce de miradas entre ambos se dirigió a Julián, que los observaba expectante sin haber abierto aún sus regalos. Era evidente que no sabían qué decir, ni si debían decir algo.

El paquete que sostenía su madre, con el nombre de los dos escrito con su caligrafía de ocho años, guardaba un objeto mágico. Lo había escuchado un día en televisión, en uno de esos aburridos programas que veía su madre durante horas en la habitación, las mismas que pasaba su padre frente al ordenador.

Así se lo había explicado a su tía Elena, su cómplice. Ella sabía desde hacía mucho tiempo, dos o tres meses al menos, que ya no era un niño tan pequeño. Julián tenía muy claro que si había evitado guerras, su teléfono también impediría una separación.

7 Responses

  1. Ángel Saiz Mora

    Tan cerca y tan lejos. Refugiados en las pantallas porque ya no tienen nada que decirse, o no se dicen nada porque andan perdidos en ellas, vencidos por la rutina. Ahora, quieran o no, van a tener que hablar, al menos, deben intentarlo por su hijo, que se da perfecta cuenta de la incomunicación que existe entre sus padres y que no quiere que la familia se rompa.
    Llevaba tiempo sin leerte y me alegro de volver a hacerlo.
    Un abrazo y suerte, Luisa

    1. Luisa

      Hola Ángel. ¡Muchas gracias! Llevaba un tiempo alejada del mundo enteciano, y de los microrrelatos en general, pero me hace mucha ilusión volver.
      Ojalá se regalen muchos teléfonos rojos para favorecer la comunicación entre personas, etc.
      Un abrazo muy grande.

  2. Me has trasladado a mi infancia, cuando ahorré para comprarle a mi madre una pulsera de esas magnéticas que la televisión decía que curaba todo el dolor. Mi madre lo recibió con cariño, y se la ponía por mí, aunque ella no creía en esos «inventos», me lo reconoció con el tiempo. Años más tarde por fin le diagnosticaron fibromialgia. Quizá aquella pulsera no le curó el dolor pero la hizo sonreír.

    1. Luisa Rodríguez G. Novelúa

      Hola, Beatriz. La infancia es un buen lugar al que trasladarse. Me alegra que esta pequeña historia lo haya conseguido. Muchas gracias por leer y comentar mi propuesta. Un abrazo.

  3. A veces nos creemos que los niños no se enteran de nada, cuando son os mejores observadores del mundo y adem´s, si se trata de los papás, lo sufren en silencio. Deberíamos ser más coherentes y responsables. Buena apuesta. Felicidades y suerte.
    Besicos muchos.

    1. Luisa R. Novelúa

      Nani, a veces nos olvidamos de que el mundo interior de los niños es mucho más complejo de lo que parece, como si nosotros no lo hubiésemos sido antes y nos pillase por sorpresa. Muchas gracias por leer mi pequeña historia. Besicos mil.

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