24. En la frontera
Mi padre era un pirata. Surcaba las aguas enfangadas y antes del alba volvía a casa con el botín. Sabía de su regreso porque hasta mi cama llegaba el olor del torrefacto. No tenía parche ni una pata de palo. Tampoco sus hermanos. Pero todos se dedicaban al contrabando de café. Aunque yo sabía que era el más valiente de los cuatro. Y que, a pesar de su cuerpo menudo, era capaz de enfrentarse a una patrulla de la Guardia Civil. Las mujeres también colaboraban. Bajaban con los niños al río cargadas con cestas de ropa. Allí las esperaba el Gloria, un portugués más fuerte que un alcornoque. Él ocultaba los fardos en un chamizo y con su voz de urraca siempre reclamaba la única presencia de mi madre. Al separarse de nosotros, el miedo se alojaba en sus grandes ojos terrosos. Un día la seguí y vi cómo el portugués metía la manaza bajo su ropa. Ella me pidió silencio pero me faltó tiempo para contárselo a mi padre. Aquella madrugada no me despertó el olor a café. Por la mañana, trajeron el cuerpo de mi pirata favorito cubierto de lodo. Del Gloria, nunca más se supo.
El fango, en contraste con el sabroso aroma a café, le aporta al texto un tono de sordidez muy bien logrado. El “pecado”, presente en todo el texto, es el protagonista: piratería, abuso, asesinato… Me ha encantado.
¡Qué curioso, María, ya sé que el texto es tuyo sin ver tu nombre! Me gusta leerte siempre. Un abrazo.
Has logrado equilibrar los sueños,el recuerdo de un olor y una triste realidad. Ha sido estupendo leerte. Un beso.
Los niños nunca mienten y, a veces, un silencio a tiempo salva situaciones y, en este caso, vidas.
Es muy creible tu historia de contrabandistas, porque en más de una casa, seguro que ocurren situciones iguales o parecidas.
Seguro que ese niño aborreció el café para siempre o igual a partir de ese episodio, le daba alergia su olor.
Suerte y feliz noche.
Entre dos aguas: ficción y realidad, has soltado a contracorriente a tu encantador «pirata», lo fatídico, es decir, la inocencia, se interpuso en medio de esas aguas turbulentas que se llevaron a la tumba el secreto para la protagonista.
María, me ha gustado tu forma de hacernos partícipes del porqué de la cruda realidad, que tanta importancia tiene en tu bien construida historia.
Saludos y suerte. 🙂
Muchas gracias a todas por leer el texto y por aportar tan interesantes comentarios.
Un abrazo
El contrabando de aroma da paso a la cruda realidad. Inocencia,instinto y venganza se entremezclan en un fatal desenlace. Muy bueno, María. Un abrazo y suerte.
Gran historia de contrabando, desde el prisma del niño con los lodos y el café. gran trabajo. Saludos
Bonita historia envuelta en olor a café… ¡suerte!
Muy original tu historia de piratas y cómo lo has relacionado con el marrón. Te deseo mucha suerte. Bea.