53 Enamorado por siempre
Yo siempre albergaba la esperanza de que, tarde o temprano, encontraría el amor definitivo.
Luisa me fue presentada una tarde de fiesta. No me gustó tanto, pero pensé que podríamos encajar. Tenía unos penetrantes ojos azules, melena equina y labios rosa, que parecían pintados: su sangre se amontonaba en ellos para atraer, para embelesar. Hablamos, nos piropeamos y, al rato, sin yo apenas darme cuenta, me agarró por la cintura, tomando la iniciativa, y me besó largamente. Me enamoré de inmediato. Me sacó a bailar en la verbena, sin dejar de besarme y mirarme profundamente cada vez que lo hacía. Con cada beso, sus labios se tornaban más y más rosa…
Aquella noche, me invitó a cenar a su casa. Sus ojos despedían un azul nunca visto hasta entonces. Sus labios, más carnosos y rosa que nunca. Antes de sentarnos, me miró fríamente y, a continuación, me besó con violencia. No pude reaccionar ante el segundo y carnal beso. Estaba hipnotizado, y, al tiempo, la quise matar para tenerla para siempre.
A la mañana siguiente, llevé al funeral de Luisa una corona de grandes rosas rosa, profundamente enamorado por siempre jamás…
Hábilmente, conviertes una historia de amor en una historia de terror. Me ha enganchado desde el inicio hasta su desenlace lleno de rosas, aunque sean morbosas y pavorosas.
Muy bueno, Iñaki.
Saludos virtuales.
He pretendido seguir los cánones del microrrelato. Me alegro de que te haya parecido bien.
Menuda sorpresa final, muy buen ritmo. Un beso.
Gracias, Maite. Otro beso para tí.
El ser humano tiene la pretensión, nunca del todo conseguida, de buscar algo que es una quimera: la felicidad constante y mantenida en el tiempo. Tu protagonista lleva esa proyecto hasta la obsesión, de forma que, cuando encuentra al final una relación que, aun con sus dudas, parece que se acerca al objetivo que tanto pretende, no duda en ponerle fin, convencido en su mente enferma y egoísta que matando la tendrá para siempre, porque en el fondo intuye que el tiempo puede cambiar las cosas y las personas, que existe el desamor, la infidelidad, que la pasión se termina y esa supuesta plenitud se diluye. Al cortar de raíz, esos instantes cercanos a la felicidad no se mancillarán con episodios futuros.
Un relato sobre una mente perturbada para quien no hay diferencia entre bien y mal, un personaje muy particular que no conoce el significado de la palabra respeto y en cuyos entresijos te adentras, no para justificar lo que hace, sino para contar las razones de un delirio con consecuencias.
Un abrazo y suerte, Iñaki