Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

Single Blog Title

This is a single blog caption

ENCUENTRO 19. PRIMERA FASE COPA 2019

ESTHER CUESTA / ALBERTO MÚÑOZ / SALVADOR ESTEVE

Los participantes aquí señalados tendrán que publicar en el espacio reservado a los comentarios de esta entrada del blog, un relato INÉDITO de un máximo de 100 palabras antes de las 20 HORAS (hora local española) del VIERNES 6 de SEPTIEMBRE que esté inspirado en el cuadro que os presentamos aquí, que en vuestro caso es el titulado…

LA LECTURA, de Francisco Goya, 1820

Podéis tomar como inspiración la escena, cualquier aspecto del personaje, el título, cualquier detalle del cuadro… pero, sea la que sea, la conexión con el cuadro debe ser evidente en su lectura.

Una vez publicado no habrá posibilidad de corregir ni reeditar.

Tras la publicación de los tres relatos se activará en esta misma entrada el enlace a un formulario para la Votación Popular que permanecerá abierto hasta el SÁBADO 7 DE SEPTIEMBRE a las 20 horas. Solo se admitirán los votos de los usuarios inscritos en esta página.

El resultado de este encuentro se hará público en una entrada general de la sección ENoTiCias.

 

ENLACE A LA VOTACIÓN POPULAR

5 Responses

  1. Salvador Esteve

    La vocación
    Hambrientos de libertad miraban orgullosos el papel, aquel pergamino espolearía la revolución. La proclama llamaba a la igualdad, a la independencia de pensamiento, a la lucha. Leían las frases con rictus cansado por los días de clandestinidad, pero con la euforia de vientos de cambio.
    Para todos, era la culminación de sus ilusiones, para uno, la consumación de su anhelo. Escupir sobre la libertad, traicionar la amistad, nada importaba. La guardia caería sobre ellos con la prueba de la sedición en sus manos; su premio, un puesto en el gobierno.
    Desde niño sabía que su lugar estaba en la política.

  2. Esther Cuesta

    El pliego misterioso

    Habían entrado en tropel al camarote del capitán. Después de comprobar que ya era pasto de los tiburones y aunque todos sentían aún su presencia, apenas tardaron en agolparse frente al papel iluminado por la tenue luz de la candela. Los juramentos brotaron enseguida; cada uno se acordó de sus muertos, pero todos intentaban en vano entender la maldita inscripción. El olor a salitre y el sudor generado por la expectación de un tesoro comenzaron a hacer sofocante el aire. ¡Grandísimos canallas! rugió mirando al techo el artillero, que había llegado el último, «hemos ahogado al único que sabía leer».

Leave a Reply