Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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ENCUENTRO B17 . SEGUNDA RONDA

SALVADOR ESTEVE – ENRIQUE MOCHÓN

Los participantes aquí señalados tendrán que publicar en el espacio reservado a los comentarios de esta entrada del blog, un relato INÉDITO de un máximo de 100 palabras (la frase propuesta no suma) antes de las 20 horas (hora local española) del VIERNES 25 DE MAYO y cuya ÚNICA CONDICIÓN es incluir en el texto de forma literal la frase propuesta, que ha sido extraída del poemario Una manzana en la nevera” de Sandra Sánchez. Vuestra frase, que puede ir localizada en cualquier lugar del relato es

Y LA DEJÉ ALLÍ, INSERVIBLE

Una vez publicado no habrá posibilidad de corregir ni reeditar.

Tras la publicación de ambos relatos publicaremos al final de esta misma entrada un enlace a un formulario para la Votación Popular que permanecerá abierto hasta el SÁBADO 26 de MAYO a las 20 horas.

El resultado de este encuentro se hará público en una entrada general de la sección ENoTiCias.

Podéis votar en este enlace.

8 Responses

  1. Enrique Mochón Romera

    ¡Un placer haber coincidido con Salvador! Suerte, amigo. A ver qué nos sale; la frase es estupenda.

  2. Enrique Mochón Romera

    Salomón II

    De un hachazo corté en dos la bielga ante sus presuntos y enfrentados dueños, y la dejé allí, inservible para ambos. Mas luego entraron aquellas mujeres disputándose, como las del día anterior, la maternidad de una criatura. Y me vi obligado a usar de nuevo el hacha. El cronista, que hasta entonces había anotado todo objetivamente, se quedó mirándome pensativo, para escribir después en el margen del papiro cinco palabras. Con ellas esbozaba un concepto destinado a perdurar mucho tiempo, pero además expresaba una duda con la que daba origen a lo que acabaría llamándose “periodismo de opinión”. Decían así: «Segundas partes… no sé yo…».

  3. Salvador Esteve

    RÉQUIEM A LA INOCENCIA
    De pequeña adoraba aquel peluche, un conejo de orejas largas del que nunca me separaba. Me lo regaló en mi segundo cumpleaños. A él también le adoraba. Confiada, le daba mi mano, sin temor, ignorante ante su mirada lasciva…
    Pero el tiempo desenmascara la maldad de sonrisas falsas.
    Rasgué mi corazón y deposité en él mi inocencia; y la dejé allí, inservible. Suturé mis cicatrices con hilo de indiferencia, esterilicé mi alma con lluvia de realidad y taponé los recuerdos con la esencia del olvido. Algunas veces, la oigo palpitar suplicando salir, pero no, ¡ya nunca jamás me harán daño!

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