82. Entre las sábanas (Jerónimo Hernández de Castro)
La siento muy cerca de mí una vez más. Un tacto inconfundible roza mi piel y mis ojos entreabiertos adivinan su silueta, mientas el frufrú de su atuendo blanco y algo transparente abre de par en par las puertas de mis fantasías. ¡Qué excitante resulta el látex de sus finos dedos! Me da miedo abrasarlos con el ardor de la sangre que parece hervir en todas mis arterias y que ella en un instante volverá a apaciguar.
Luego vendrá el sopor. A través de sus gafas protectoras, no me perderá de vista hasta que el fluido helado que me inyecta haga su efecto. Entonces, adormilado por completo, ignoraré los brazos fuertes de sus colegas de indumentaria, que volverán a izarme en volandas para proporcionarme una postura que aún no he experimentado.
Poco sabemos de las experiencias de las personas realmente enfermas, bastante tienen con lo suyo y, de mejorar y quedarles lucidez y conciencia de lo pasado, es de suponer que muchas veces prefieran olvidar y seguir adelante. No sabemos qué terminará por sucederle a tu protagonista, nos hacemos cargo de su estado, como también, y eso es lo novedoso, de la pasión que siente pese a todo por una enfermera, algo que tal vez nadie imagina, solo él lo sabe y no es capaz, aunque quiera, de expresarlo.
Un relato que hace bueno el dicho de «genio y figura hasta la sepultura». No son lo único que hay en la vida, ni mucho menos, pero nadie puede negar que la atracción es algo que, altibajos aparte, puede durar todo una existencia.
Espero haberlo interpretado más o menos bien, Jero, como tú mereces.
Un abrazo grande. Suerte
Muchas gracias Ángel como siempre por el tiempo que dedicas a comentar los relatos. Para mi son muy valiosos y tu interpretación es siempre aguda y llena de sensibilidad.
Sin duda, la pasión es un impulso para seguir adelante en la vida aunque no pueda llevarse a cabo. Un abrazo enorme