23. Eugenésica darwiniana
Mucho hay escrito sobre la genial teoría de Darwin. También sobre su prolífica y sobresaliente descendencia, gestada desde la consanguinidad. Sin embargo, lo que casi nadie sabe es que, entre tanta perfección genética, existió un borrón: yo. Se desconoce porque mis padres (a quienes prefiero no citar) al verme nacer, con tres hemisferios izquierdos, seis branquias, diez filas de dientes y un ojo vago, me bautizaron como Eugenesia (Eugenesia Darwin, qué cachondos), y seguidamente me ataron a una roca y me lanzaron a las Fosas Marianas.
No sospechaban, claro, que yo ya sabía usar mis dientes. Y mis branquias. Tampoco imaginaron que, junto a mis abisales e inadaptados compatriotas (entre los que soy conocida, simplemente, como Uge), sumábamos miles de hemisferios izquierdos y de ojos vagos. Y que con ellos he ido invadiendo, poco a poco, pero con suma facilidad, las fronteras de vuestro torpe conocimiento. De hecho alucinarían (alucinaríais) al saber que yo misma introduje esa absurda teoría de las especies en vuestra anticuada conciencia colectiva, para haceros creer que todo es tan sencillo como lo planteó mi supuesto abuelo.
Porque si conocierais la historia completa de vuestra evolución, no la podríais soportar.
La manera en la que la vida, a lo largo de los años, se abre paso y se va adaptando, es algo apasionante. En ese sentido, la teoría de la evolución de Darwin tiene una lógica, la misma que nos dice que solo los más fuertes sobreviven mientras se adaptan al medio. Frente a ello, están las mutaciones, las que rompiendo esa lógica aparecen de manera en apariencia espontánea y, a veces, para quedarse. El narrador-protagonista de este relato, desechado como un objeto defectuoso, como extranjero no deseado, logra abrirse camino, porque está más preparado que lo que parece, al tiempo que comprueba que hay otros como él, fuertes e inteligentes, más que los humanos de los que proceden, como en su momento, tal vez, sucedió con los primates y los primeros homínidos.
Un relato con tintes que van de lo fantástico a lo perturbador, que muestra los misterios aún por explorar, las lagunas a lo largo de cientos de años que se nos escapan, porque somos una especie que necesitamos respuestas, pero no las tenemos todas.
Un saludo y suerte, Alberto
Afortunadamente el azar juega su baza en el devenir de la evolución. Llámalo mutaciones, adaptaciones casuales, abundancia de hemisferios izquierdos, ojos vagos… O personas tan especiales como tú, que deciden dar vida a los relatos con comentarios así de espléndidos.
Mil gracias, Ángel. Un abrazo
Evidentemente, no resultó ser tan borrón esta chica Eugenesia, porque de ser así, con sólo caer a las Fosas Marianas hubiera sido historia, y fue todo lo contrario… Mal que le pese a sus no citados padres y a su supuesto abuelo, ella tiene mejor genética y mejor preparación que la que creemos tener los llamados seres humanos, y el solo hecho de insinuar que hay una historia darwiniana de la evolución aún más completa le alcanza y le sobra para hacer tambalear cientos de miles de años de ciencia y de creencia…
Me gustan los micros biológicos y naturalistas, y éste no ha sido la excepción…
Felicidades, Alberto.
Abrazos🤗🤗😇😇
Pues mira, naturalmente te diré que muchísimas gracias por tus palabras, y, biológicamente te mando un abrazo muy fuerte Mariángeles.
Pues mira, naturalmente te diré que muchísimas gracias por tus palabras, y, biológicamente te mando un abrazo muy fuerte Mariángeles 🤣🤣😘😘