13. Fiel Servidor
Le echo tanto de menos… Aunque digan que nosotros no sentimos.
Puede ser que en algún chip se les cayese un trocito de alma humana. Por eso afirmo que siento su pérdida.
Hace eones llegué a su vida, siendo él apenas un chaval; sabiendo que yo, como máquina duraría mucho más que él. Y que sería reacondicionado y reaprovechado para futuros usos y dueños varios.
Fue un buen amo, nada quisquilloso. Siempre me apagaba temprano y me dejaba recargando baterías.
Eso sí, su siesta era sagrada: las persianas tenían que estar en semipenumbra, el hilo musical zen en el tres y, a la hora, en la cocina le servía un café de Colombia de aroma extra suave recién molido.
Pero no pedía más. Ni pantallas panorámicas desplegables para seguir el rumbo de los aviones de la compañía tal, ni saber el tiempo en Nueva York, Honolulu o Reikiavik. Ni programarle juegos absurdos para hacerle sentir superior a las máquinas.
Mi NinoNino, me llamaba. Y yo acudía con mis circuitos siempre dispuestos.
Setenta años junto a él. Puedo decir que fui un fiel servidor. Más que un robot doméstico.
Ahora, cuando escucho la llamada del deber, mis circuitos chirrían.
Podemos llegar a crear máquinas que rocen la perfección. Al no estar hechas de materia orgánica, su longevidad está garantizada. Por muy depurada que se encuentre la técnica de crear ingenios al servicio de los humanos, no parece que los sentimientos, la verdadera vida más allá de lo puramente mecánico, sea algo que podamos crear; jugar a ser dioses es una cosa, lograrlo otra, pero en el caso de este «fiel servidor» parece que algo se ha conseguido en ese sentido, hasta el punto de echar de menos a la persona a quien estaba asignado.
Un relato que plantea un tema clásico en la ciencia ficción, si las herramientas que nos han ayudado a progresar pueden ser completas, humanas, seres sintientes.
Un abrazo y suerte, Esperanza
Qué poético ese robot doméstico. Me ha encantado la posibilidad de que cayera un trocito de alma humana en un chip, y ese chirrido de circuitos.
Enhorabuena por el micro y suerte.
Precioso micro el de este robot con un pedacito de alma humana, muy lejos del frío de las máquinas. Suerte, Esperanza
Puede que algún día se consiga ese paso. Y será bueno, malo…¿Quién sabe? De momento es ciencia ficción. Un día será el presente, pero no sé si estaremos ahí.
Gracias Ángel, siempre por tus comentarios.
Y mucha suerte para tí.
Gracias por lo de poético, Rosalía. Eso sí que me ha llegado al alma.
Quizá en un futuro muy futuro el metal de las máquinas no sea tan frío y aséptico como lo pintan en las películas. Puede pasar de todo. De momento queda imaginado y escrito.
Gracias Gloria.