Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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FINAL ENTCERRADOS 2019

Ya empiezan los días con más emociones del año…

 

Aqui tenemos la FINAL DE ENTCERRADOS 2019.

Un jurado formado por Paloma Hidalgo, Mel Nebrea, Elisa de Armas y Juan Morán (JAMS) han realizado una primera votación de la que han salido los 11 participantes de esta FINAL.

La decisión final saldrá del Jurado seleccionado para la ronda anterior al que añadiremos un voto más, el voto del Jurado Popular.

El jurado de la final tendrá que dar un punto a tres de los relatos de los 11 finalistas.

El voto popular consistirá en votar a tres relatos de los 11 con el mismo valor de 1 punto antes del domingo 5 de enero. Se aceptarán como voto popular todos los realizados por usuarios registrados en esta página que sean correctamente identificables. Del resultado final elegiremos los tres relatos más puntuados para sumarlos con un voto al del jurado de la final.

En caso de empate, el voto del Jurado Popular será preferente.

 

Os recordamos que los 2 relatos ganadores del concurso entrarán directamente al recopilatorio EN7Colores, y que además tendrán un trofeo exclusivo que andán ya preparando nuestros equipos artesanos…

Os presentamos los CUENTOS FINALISTAS y debajo os ponemos el botoncito para votar

Felicidades a los finalistas. Y gracias a todos por vuestra colaboración.

 

3 ATRAPADA, de Patricia Collazo

«Cuidado con los tréboles de cuatro hojas», advirtió la oruga. «¿Son venenosos? », preguntó Alicia. La oruga dio una calada al cigarro negando con la cabeza. «Peor que eso». Alicia se giró para interrogarla. Pero la oruga había desaparecido. Entonces rozó el trébol con la puntera del zapato. Parecía inofensivo. De rodillas, lo tocó con el índice. El trébol abrió los ojos. «Arráncame», suplicó. Alicia lo hizo sin dudarlo. Al trébol, una vez en su mano, empezaron a crecerle hojas enloquecidas. En cinco minutos Alicia era un frondoso árbol. Intentó deshacerse del trébol, pero estaba enraizado en sus dedos. Quiero despertar, gimoteó sin poder respirar. Pero eso nunca más ocurrió.

 

4 BONNIE AND CLYDE, de Amparo Martínez

Quizá ocurra mañana. Quizá esta vez nos lleven a comisaría y mamá tenga algo que contar a sus amigas. Doy un mordisco a mi sándwich. Con la lengua lo coloco en el lado izquierdo de la boca y bebo un sorbo de refresco para tragarme el pan seco. Este motel es triste y huele a lejía. El de la semana pasada tenía piscina y el sándwich era blandito. Mamá dobla las toallas con sus uñas rojas, las mete en nuestra bolsa y sonríe. Me revuelve el pelo. Bajamos por la escalera de incendios. Montamos en el coche y salimos a toda velocidad… Y así una y otra vez

 

7 CARRETAS, de Elena Bethencourt

“Quizá ocurra mañana”, me repetía a mí misma para consolarme. Tampoco pedía demasiado: algo estándar, ni mucho, ni poco. Desde que empezó a gustarme Josema abandoné las muñecas y no pensaba en otra cosa. Mi abuela, que no sabía para qué las quería, me dijo que en su época mi problema se solucionaba comiendo almendras. Con mi santa paciencia las arrancaba del árbol, las secaba, las cascaba y me zampaba medio kilo de un tirón. Luego, con dedos esperanzados, recorría la planicie bajo mi camiseta buscando alguna protuberancia, pero seguía siendo la misma tabla de planchar de siempre. Vuelta al almendro… Y así una y otra vez.

 

9 EL CIRUJANO, de Pablo Núñez

Aquel libro recogía algo más que una historia, y no me refiero a que era una biblia que, como tal, estaba repleta de sagradas escrituras y enseñanzas. En sus últimas páginas había disimulado un pequeño hueco en el que llevaba escondido un bisturí. Tan solo tuve que usarlo en cinco ocasiones, pero si el pecado inundara de nuevo las esquinas de Whitechapel, volvería a hacerlo.

 

10 EL MORISCO, de Carmen Cano

Aquel libro recogía algo más que una historia: realidad y ficción se confundían hasta tal punto, que creí perder la cordura, como el viejo hidalgo.

Traduje al castellano, una por una, las palabras del historiador arábigo. Don Miguel, que decía ser un simple recaudador de impuestos, me pagó con dos arrobas de pasas y dos fanegas de trigo. A decir verdad, más pudiera haber obtenido si hubiera imaginado el alcance de la obra. Sin embargo, me complació tanto su lectura, que volvería a hacerlo.

 

11 EL NÁUFRAGO, de Paloma Casado

Quizá ocurra mañana que un barco surja entre la línea del horizonte y se acerque despacio, siempre le parecerá despacio, hacia la isla. Ha enviado tantos mensajes como botellas que sobrevivieron al naufragio con las cuartillas que consiguió secar al sol. Una tras otra las ha ido bebiendo dejándose llevar durante unas horas por la euforia para regresar después al abatimiento. Ha guardado una para el día que le encuentren, aunque algunas noches le cuesta demasiado resistir la tentación. Todavía no quiere perder la esperanza. Después de las tareas de supervivencia, se sienta a mirar el mar. Las olas vienen y van y así una y otra vez.

 

15 EL SOLTERÓN, de Eva García

Quizá ocurra mañana o quizá no suceda jamás, pero no por eso voy a dejar de intentarlo. Hay quien cree que los milagros existen, pero yo pienso que es más útil colaborar con el universo para que nos sean concedidos. He dicho el universo, no Dios. Y es ahí donde comienza la guerra eterna con mi madre, sus rosarios, sus misas y sus oraciones. Yo trato de adivinar el futuro y el horóscopo en las estrellas cuando conozco a una chica, ella se empeña en hablarle de los sacramentos. Ella venga a ponerle velitas al San Antonio del pasillo y yo a apagarlas. Y así una y otra vez.

 

16 EL VISITANTE: TIEMPO SIN SOL Y SIN LUNA, de Mª José Escudero

Había cambiado la forma de mirarnos. Se estaba haciendo viejo y parecía cansado. Sin embargo, aún mantenía sus costumbres y nunca veía saciado su deseo. Por más miedo al hambre que a su cólera, guardábamos silencio en su presencia: Stefan ya había comprobado en la piel y en el estómago que el monstruo no soportaba que lo llamaran abuelo. Pero mi pálida Erika todavía era revoltosa y espontánea. Por eso me apresuraba a dormirla, si presentía una visita.

Cuando se marchaba, dibujábamos ventanas sobre el hormigón del zulo y aunque imaginábamos su muerte y nuestra huida, nunca sonreíamos porque sabíamos que volvería.

 

21 LA FUGA, de Tomás del Rey

Cogió el primer tren sin siquiera comprobar su destino. Necesitaba marcharse, retomar su vida eternamente postergada por el trabajo. Quitarse de los hombros el peso de complacer a clientes cada vez más caprichosos. Encerrado en el lavabo, usó unas tijeras y hasta dos maquinillas desechables para librarse de la barba. La camisa de cuadros que embutía ahora su barriga le daba cierto aspecto de jubilado de correos. Escuchó cómo un niño, asomado a la ventanilla nevada, preguntaba a sus padres cuánto quedaba para Nochebuena. La mirada cómplice de los adultos lo tranquilizó: harían bien el trabajo. Pensó en llamar a Claudia. Todo en esta Navidad sería distinto.

 

22 LÍNEAS DIVERGENTES, de Elena Bethencourt

Soñar despiertos era nuestro juego favorito. Por eso pasaba horas dibujándote mis sueños en las palmas de las manos para que vieras tu vida entera en pequeñito, conmigo amándote. Garabateaba niños en tu línea del futuro y te trazaba caminos alargando las rayas para andarlos junto a ti desde las yemas.

Tú sonreías como si supieras leer el destino que te había escrito y yo me acurrucaba sin miedo en tu porvenir. Luego te frotabas las palmas y me adormecía al calor del roce. Entonces aprovechabas para sacudir las manos con fuerza hasta que no te quedaba ni rastro de mí entre los dedos.

 

27 VOLUNTARIOS, de Enrique Mochón Romera

Había cambiado la forma de mis brazos. Ahora tenía los codos al revés, de modo que al doblarlos me tocaba la espalda con las manos. En cuanto al otro tipo, le había girado la cabeza hacia atrás, provocándole serios problemas de orientación. El mago estuvo un rato haciendo reverencias entre aplausos, mientras ambos nos movíamos por el escenario desconcertados e intentando una pose natural, hasta que de pronto se disipó a la vista de todos. Aterrorizados, empezamos a protestar vehementemente, aunque nuestros aspavientos debieron resultar tan grotescos que el público prorrumpió en carcajadas. Incluso mi compañero de penurias y yo acabamos riendo con ellos. Sabíamos que volvería.

 

Y si llegado a este punto tenéis claro a los tres relatos que votar…

6 Responses

  1. Pablo Núñez

    Muchas gracias al jurado. Muy contento de estar ahí. Enhorabuena a mis compañeros de final y a todos los que escribieron algún Entcerrado.
    Saludos.

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