15 Hola, me llamo Soledad
El martes se ha convertido en el mejor día de la semana, hay reunión. Empieza siempre a las seis, aunque yo a las dos ya estoy nerviosa. Muy nerviosa. Tanto que en la comida no pruebo bocado, una tila azucarada como mucho. En otros tiempos, me hubiera bebido un copazo para templar los nervios, o acelerarlos según se mire. Pero ahora no hago esas cosas, hace meses que no pruebo el alcohol. Claro que eso no lo cuento, no quiero que me echen de la asociación. Es el único sitio donde me llaman por mi nombre y no responden con silencio incómodo al contar mi historia.
Somos seres sociales y necesitamos que los demás nos escuchen, comprendan y arropen. Nuestra individualidad en ocasiones puede perder el norte, necesita entonces el poderoso influjo del grupo para recuperarlo. Tu protagonista, paradójicamente al significado de su nombre, precisa compañía para que el silencio no la consuma y acabe hundida en su abismo. Siguiendo con las denominaciones, en realidad los alcohólicos no son tan anónimos como indica su asociación.
Un relato de superación, por lo tanto, positivo.
Un abrazo y suerte, Aurora
Eso es, en realidad, no son tan anónimos como bien dices, es algo paradójico.
Muchas gracias por tu tiempo para leer y comentar, Ángel
Abrazo
Magnífico, Aurora. Felicidades.
Un fuerte abrazo
Javier, tú siempre tan amable. Agradezco mucho tu comentario, ¡espero leer pronto tu relato!
Abrazo